El domingo estuve en la Rambla del Centro buscando
trazas del paso de Einstein por la zona durante su estancia en Barcelona entre
los días 22 y 28 de febrero de 1923.
En
el diario personal de Einstein, el viaje a Barcelona se reduce a dos lineas que se resumen en la enumeración de
tres o cuatro nombres personales y la
sola mención de un establecimiento, el Refectorium, un restaurante que se encontraba en la Rambla
del Centro, dentro de los limites canónicos del barrio chino. Aunque hablar de barrio chino en 1923 no deje
de ser una incongruencia histórica. Faltan dos años para que Francisco Madrid escriba
su artículo en El Escándalo llamando barrio chino a lo que hasta aquel
momento se conocía como barrios bajos.
El Refectorium era un restaurante que estaba de
moda en Barcelona. En un sótano
–catacúmbico, apostilla El Escándalo-
del número 36, 38 de la Rambla del Centro. Tenía un estilo de decoración a la
manera medieval que me hace pensar si no
sería como esos lugares donde a los turistas les ponen una corona de cartón y
les sirven carne asada acompañada de vinacho al tiempo que contemplan a unos artistas haciendo un remedo grotesco de justa medieval. Ahora
resulta kitsch un lugar semejante, pero a saber entonces. Inaugurado en 1917, desapareció en 1926 y su lugar fue ocupado
por un bar dancing, El Gato Negro.
Einstein, con cuarenta y pocos años, Premio Nobel
de Física desde dos años antes, yendo de país
en país dando conferencias a las cuales, junto
a las eminencias científicas locales que entienden poco de lo que explica acuden señoras empingorotadas que no entienden nada, y saltando de homenaje
en homenaje donde todos se sienten en la obligación de mostrarse agudos con
aquel a quien ven como expresión del
punto más alto al que puede llegar la inteligencia humana (tanto es así que
cuando Einstein llega a Madrid, es
recibido en loor de multitud y entre el público se oye un viva ¡Viva el
inventor del automóvil!. Que menos que
el automóvil podía haber inventado ese señor tan inteligente).
Einstein en L'Espluga de Francoli.
Entre las sevicias que recibe en el viaje a
Barcelona, no es la menor la cena con la que le agasaja Rafael Campalans. Un
aquelarre de nombres que esconden acertijos con resonancias científicas para esconder una comida de pollo y habas a la catalana.
El menú de la cena "relativista" ofrecida a Einstein por Rafael Campalans
(revista Quark, nº 26 - La cena "relativista" de Barcelona. Emma Sallent y Antoni Roca)
Einstein acudiría al Refectorium y allí, uno más
entre los clientes, comería, bebería y
participaría en la justa medieval. Entiendo que anotase el nombre del
restaurante que quizá le permitió descansar
por un rato de su papel de genio.
Paridas las que digo que desmiente una nota de La
Campana de Gracia que dice lo que hizo
el sabio en el establecimiento fue tomar un café con leche. No
creo que ese café con leche
funcionase como una epifania para llevar
a Einstein a escribir el nombre del restaurante en su diario. Paridas las mías y posibles mentiras las de
La Campana de Gracia.
Einstein a casa. La Campana de Gracia, nº 2802. 3 de marzo de 1923
Esta es la relación
de Einstein con el barrio chino. Poca cosa es, pero es. Hubo una vez que Einstein viajó a Barcelona,
acudió a un restaurante de la Rambla del Centro y registró el nombre del local en su diario. Con menos que eso, cualquier
ayuntamiento preocupado por el nivel científico de los escolares y por fomentar un turismo que no se limite a
emborracharse por poco coste, monta un
memorial y organiza visitas de colegios intentando que el ejemplo de Einstein
estimule el interés por la ciencia de los escolares. Nada hay en la fachada del
edificio que albergó el Refectorium que recuerde el hecho. Nuestro ayuntamiento
debe de considerar que el paso de Einstein no merece una simple placa.
Hay otra relación entre la visita de Einstein y los
barrios bajos, aunque no de la zona del barrio chino. Los anarquistas del
sindicato único pidieron a Einstein que acudiera a la sede del sindicato de
distribución en la calle Baixa de Sant
Pere. Aceptó Einstein y el día 27 se presentó en la sede de los sindicalistas.
Allí fue recibido por Angel Pestaña y Joaquin Maurin (a todo esto, Maurin estaba en todos los
fregados. Ya hemos hablado en otra entrada del blog de su relación familiar con Souvarine y quizá por esa vía
con Georges Bataille). Einstein aconsejó
a los revolucionarios que leyesen la Etica de Spinoza fuente de satisfacciones
sin cuento. Al día siguiente, la prensa se hacía eco de las supuestas palabras que dirigió Einstein a los sindicalistas: "yo también soy un revolucionario, pero en el terreno científico, y como los científicos me preocupan también los temas sociales".
ABC - 1 de marzo de 1923
Cuando Einstein se entera de las palabras que han puesto en su boca, las desmiente. (Entrevista que publica ABC al día siguiente, 2 de marzo «Le ruego a usted -me dice Einstein- que rectifique las declaraciones que se me atribuyen. Es cierto que acepté la invitación de los sindicalistas; pero dije lo contrario de lo que escriben los periódicos. Dije que no soy revolucionario, ni siquiera en el terreno científico, puesto que quiero conservar cuanto se pueda y pretendo eliminar tan sólo lo que imposibilite el progreso de la ciencia. Dije que debía hacerse lo mismo en la sana evolución política. ¿Cómo hubiera podido pronunciar las palabras que se me atribuyen, puesto que vivo apartado de toda actividad política? Cierto que soy un sincero demócrata, me interesan los problemas sociales y deseo la igualdad de derechos para todos los seres humanos; pero no tengo fe en una sociedad socialista ni en el programa de producción de los comunistas.»)
La falta de huellas del paso de Einstein por la
parte baja de la Rambla del Centro forma
parte del desinterés con que ayuntamiento, empresarios y ciudadanos contemplan el deterioro paulatino de la
zona. Nada hay ahora que recuerde el
pasado esplendido de la parte de la
Rambla del Centro que se encuentra entre
el edificio del Teatro Principal y Nou de la Rambla.
Donde, desde el periodo que va de la primera guerra
mundial hasta nuestra guerra civil,
tuvieron su asiento algunas de
las salas de fiesta más afamadas de Barcelona ahora se ven parkings,
badulaques, salones de máquinas tragaperras, algún hotel para turismo con pocos
posibles y una impostada sala de flamenco.
Que no es tan solo esta zona la que se deteriora, prácticamente se puede
decir lo mismo de cualquier otra lugar
del barrio chino. Hubo un pasado con un brillo que vieron y envidiaron
el resto de europeos donde ahora no hay
apenas nada o a veces menos que nada.
En ese lugar de las Ramblas, tocando al Refectorium
y más tarde a El Gato Negro, en lo que entonces era el número 34 de la Rambla
del Centro, estuvo el Excelsior.
Josep Mompou - Cabaret Excelsior.
El periodista Planes explicaba del siguiente modo
la distribución del local:
Planes - revista Mirador. 1929
Entre los clientes del Excelsior se había visto desde el asesino
de Rasputin hasta el general mexicano Victoriano Huerta. Cuenta Josep María de Sagarra que en una
ocasión encontró sentados alrededor de la misma mesa, callados, viendo el espectáculo, a
Rafael Gómez “El Gallo”, al ex campeón mundial de boxeo Johnson, y al ex sultán
de Marruecos Muley Hafid. Ahora hay una discoteca para turistas.
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