Dos taxi-girls derrengadas al final de la jornada. La Voz de Madrid, 1934, en una serie de reportajes de Francisco Madrid sobre la prostitución en Barcelona. Sin mención de local ni fotógrafo.
En una serie de reportajes
sobre la prostitución y los explotadores de mujeres que publicó La Voz
de Madrid en 1934, Francisco Madrid explicaba como empezó la moda de los bal
musete y las taxi-girls en Barcelona. Taxi-girl era a lo que se dedicaba la
mujer de la canción Dancing for Money de Tina Turner, poniendo mucho sentimiento y mucha pena a lo que era
una actividad que en Barcelona bordeaba la prostitución pero que no siempre llegaba a tanto.
Las taxi-girls eran chicas que bailaban por dinero en unas salas que
se conocían como bal musete. Las taxi-girls también eran llamadas tanguistas o entrenadoras
de academias de baile. El varón al
entrar en la sala compraba una serie de tickets cada uno de los cuales le daba
derecho a bailar una pieza con la chica que escogiese. Al final de la jornada,
los tickets recaudados por cada chica se le abonaban por la mitad de lo que le
había costado el ticket al cliente. La otra mitad era para la sala de
fiestas. Oficinistas, empleadas de los
mercados, modistillas, chicas monas con problemas de numerario en su casa
completaban sus ingresos mediante esta actividad. El empresario no tenía el
menor inconveniente en contratar a alguien que no tuviese la menor idea de
bailar mientras fuese atractiva. Algunas
veces, el baile era la antesala para otro tipo de actividades.
La Rambla, 1932. Caricatura de un grupo de taxi-girls por Bas Bofill
Taxi-girl recibiendo su ticket. !933 (Fot. Casas i Galobardes)
Cuenta en esos reportajes Francisco Madrid, que el primero que
se inauguró, a principios de los años treinta estaba en la calle Barbará y se llamaba Bal
Musete. Por los anuncios de la prensa de
la época sabemos que estaba en el número 7 de la calle. El industrial que inauguró la nueva modalidad
de negocio se inspiró en una actividad similar que se
había impuesto en los ambientes canallas de Paris. Brassaï, el fotógrafo húngaro afincado en
Paris que retrató los bajos fondos de la ciudad francesa en los años treinta,
tiene varias fotografías de los bal musette parisinos.
Papitu, marzo 1934.
Descripción del Bal Muset de la calle Barbara por Francisco Madrid.
El periodista Lladó Figueres, en un extenso artículo que publicó Ultima Hora en 1935, adelantaba en varios años el inicio del fenómeno que Francisco Madrid había establecido a principios de los treinta.
Lladó señalaba como lugar y momento auroral del baile por ticket, un principal de un edificio de la calle Cotoners regido por la sociedad "La Palma del Norte", donde a mediados de los años veinte un profesor de danza instaló una academia de baile. Un piano desgranaba las notas de tangos y pasodobles mientras muchachas del barrio accedían a bailar con quienes habían adquirido los tickets que les daban derecho a ser iniciados por las jovenes en los pasos de baile.
La academia tuvo éxito y al poco tiempo del inicio de la nueva modalidad de aprendizaje, el empresario del Iris-Park en la calle Valencia abrió una sala en las instalaciones del complejo, con una operativa similar a la academia de la calle Cotoners, aunque más elaborada. Para los tímidos se instalaron biombos que les permitían bailar fuera de las miradas de los demás. Incluso en casos extremos, cuando al comprador de tickets no reunía la suficiente fortaleza de ánimo para pedirle a una bailarina que accediese a evolucionar con él, el profesor que vigilaba que los movimientos de los bailarines se fueran aproximando a los pasos de baile básicos se hacía cargo del joven y formaban pareja.
Da la impresión de tratarse de una modalidad inocente donde los varones acudían para aprender a bailar.
Las academias de baile adquirieron un auge notable y en pocos años se abrieron academias de baile por toda Barcelona.
Una fase posterior consistió en que de las academias, los bailes por ticket saltaron a los dancings, cabarets y a la mayoría de salas de espectáculo. Es el periodo que describe Francisco Madrid y es donde hay que ubicar el Bal Musete de la calle Barbará.
Dibujos de Arteche que ilustran el artículo de Lladó Figueres en Última Hora
Cientos de chicas bailaban en estos antros hasta quedar
desfallecidas. La orquesta atacaba una
pieza musical, los varones invitaban a la chica que les caía en gracia y
durante dos o tres minutos procuraban rozarse con ella. Tras un descanso de
pocos segundos, lo justo para recomponer las parejas de baile, la orquesta
atacaba de nuevo. Una buena jornada
laboral era el resultado de hasta 80 bailes.
Taxi-girls en local desconocido. En la pared, anuncio de una pañería en la calle Salmerón, ahora Gran de Gracia (Fot. Casas i Galobardes).
La innovación tuvo éxito, hasta el punto de que la mayoría
de cabarets y salas de espectáculo dedicaron unas horas al bal musete.
Pocas veces conoceremos el nombre de las chicas que se
dedican a estas actividades. Solo cuando algún episodio trágico o curioso lleva
a la prensa a interesarse por ellas.
He encontrado dos casos donde aparece el nombre de la
taxi-girl.
Uno de ellos es el famoso de Maria Sacramento Martínez, una tanguista
de La Buena Sombra en la calle Ginjol que en octubre de 1934 mató de un disparo
al chulo, al macró, que la explotaba. La
chica era agradable y se ocupó de su
defensa Juandó, un abogado de ERC
promovido a secretario de la Audiencia Provincial de Barcelona durante la
guerra. Fuese por la habilidad dialéctica
de Juandó, por la favorable impresión que causó María en el jurado, por la
campaña de prensa a su favor o por una mezcla de todos estos factores, María
resultó absuelta.
María Sacramento durante el juicio. Noviembre 1935.
María Sacramento y el abogado Juandó.
Taxi-girls en La Buena Sombra, el local donde trabajaba María Sacramento (Fot. Casas i Galobardes).
El otro caso es de una taxi-girl del cabaret Mónaco dentro
de la fábrica del teatro Principal, allí donde con el tiempo se abriría la
Cúpula Venus. Teresita Ribo, que así se
llamaba la joven, en diciembre de 1934
tuvo sus preceptivos quince minutos de gloria.
Un hombre que la vio
bailar en el cabaret la confundió con su mujer de nombre Antonia
Lopez de quien hacía un tiempo que no
sabía nada por haberse separado. El
sujeto, encontrada su Antonia bajo la figura de una hermosa cabaretista,
pugnaba por arrastrarla al hotel más cercano y hacer valer sus derechos de
casado. Teresita juraba y perjuraba que no había
visto en su vida al sujeto, cuanto más haberse casado con él, y que su nombre era Teresita y no Antonia.
Tuvo que intervenir la autoridad que condujo
a ambos delante del juez. Teresita
presentó a varios testigos, sus compañeras en el cabaret, su madre, conocidos
de donde vivían Teresita y su madre. El
juez resolvió que Teresita era Teresita.
Tuvo mucha importancia en la resolución del pleito que inesperadamente apareciese Antonia
López en la sala donde se resolvía la
naturaleza real de Teresita. Antonia explicó su vida y la de su marido y se
manifestó en el sentido que de ningún modo pensaba volver a hacer vida marital
con el que aún era su cónyuge.
Un fotógrafo, Centelles, consiguió una instantánea de Teresita acompañada por su madre dirigiéndose al juzgado. Gruesa, roqueña, lúcida, con un punto de ironía en la mirada. Toda una señora madre.
Un fotógrafo, Centelles, consiguió una instantánea de Teresita acompañada por su madre dirigiéndose al juzgado. Gruesa, roqueña, lúcida, con un punto de ironía en la mirada. Toda una señora madre.
El bal musete
atraviesa los años y llega hasta el inicio de la guerra civil. Tras una primera
etapa en la que se cierran las academias de baile y varios cientos de
tanguistas pierden su medio de subsistencia, se vuelven a abrir los cabarets
con las jóvenes sindicadas. El Sindicato del Espectáculo de la UGT crea una
sección de Entrenadoras que es como se llamarán a partir de entonces las taxi-girls.
No se trata tan solo, ni sobre todo, de un cambio de nombre. Las sindicadas
tienen reconocido un jornal y termina el miedo a las represalias a que daba
lugar en el cabaret que una chica no quisiera bailar con determinadas personas,
por repulsión física, por un sobeo más descarado de lo usual, por muchas
razones.
Revista Crónica. Noviembre de 1936.
Fantástico post, con tu permiso lo comparto, es estupendo.
ResponderEliminarUn saludo muy cordial, muchas gracias.
Muchisimas gracias, María Trinidad. Que la dama de los bloggers de Barcelona haya fijado su atención en mi blog me colma de satisfacción.
ResponderEliminarTe vuelvo a dar las gracias, muy sinceras haces un blog de una calidad tremenda y es buenísimo, muchas gracias por compartirlo con nosotr@s.
ResponderEliminarUn abrazo Josep March.
Muito obrigado, María Trinidad. <3
ResponderEliminarYa conocía la información de las taxi-girls, que era algo que se hacía en Nueva York y otras capitales europeas. De Barcelona se lo había leído a Paco Villar, pero es fantástico que hayas recopilando toda esta información en un blog tan bueno, José.
ResponderEliminarSi,Helena, el libro de Paco Villar es la Biblia sobre el barrio chino. Lo que hacemos el resto son apostillas, notas a pie de página. Gracias por tu comentario.
EliminarFantástico artículo.
ResponderEliminar¿Podrías citar las fuentes de donde has sacado toda la información?
Es un tema de gran interés y me gustaría investigar un poco más.
Gracias
Saludos
Sobre el fenómeno de las taxi-girls en Barcelona, la información básica la obtengo de la prensa de la época. De hecho, en el cuerpo de la entrada ya se van mencionando los medios de comunicación y las fechas tanto de las fotos como de los reportajes. También aparecen en varios libros, El laberinto mágico de Max Aub (tomo Campo Cerrado); en la autobiografía de Carlos Sentis ("memories d'un espectador) y, como no, en el libro de Paco Villar sobre el barrio chino.
ResponderEliminarSobre Maria Sacramento, sobre todo en Mundo Gráfico y Crónica. En junio y noviembre de 1935 ambos medios publican reportajes extensos.
Teresita Ribo al igual que en el caso anterior, aparecen reportajes en Mundo Gráfico y Crónica en diciembre de 1934.
Un cordial saludo.