Calle del Olmo. Margaret Michaelis. 1933
Al sur del barrio chino, en la frontera con el Paralelo, hay un grupo de calles que brilla poco
en la historia de los barrios bajos de Barcelona. Son las calles de Santa
Madrona, Olmo y San Beltrán. Estrechas, sucias de los restos del mercado de alimentos
que ocupa las calles por las mañanas,
bulle en ellas la misma vida que
en el resto del barrio chino: una suma
de tabernas en los bajos de edificios que en muchos casos antes fueron
fábricas, donde se hacinan inmigrantes del sur de España. Las diferencia del resto de calles que no hay una sala de espectáculos que las
saque del anonimato como sucede con La Criolla o Cal Manquet o el Villa Rosa de sus
hermanas, y su aparición en la prensa toma la forma de crónica de sucesos, alguien apuñala a otro, un macarra
le ajusta las cuentas a una de sus pupilas, o uno de los muchos niños es atropellado por
un vehículo.
Calle San Beltrán. Desconozco el autor y la fecha.
Los anarquistas que ocupan un local en la calle del Olmo consiguen
que la rabia que tienen los habitantes
de estas calles, en cuya base tiene mucho que ver una vida casi siempre al límite de la
subsistencia, en lugar de dirigida
contra sus vecinos la vayan canalizando y
orientando a una lucha contra la burguesía. Con el tiempo, tanto de estas calles como de las del resto
del barrio chino y de todo el distrito V, saldrán pelotones de proletarios que se enfrentarán a muerte con
el ejército en una cualquiera de las huelgas que llenan la historia de la
ciudad de Barcelona en las primeras décadas del siglo pasado.
Siendo tan anodinas, aquí, en las calles que he nombrado, cristalizó una revuelta de mujeres. La única
que conozco en la que las mujeres no quisieron ser acompañadas, ni siquiera
apoyadas por los varones. Una revuelta
que puso en jaque a toda la ciudad de Barcelona y que duró más de dos semanas.
Sucedió en enero de 1918. Durante los años de la primera
guerra mundial, los productos básicos de
consumo, pan, carbón, aceite, patatas, bacalao, habían subido por encima de los sueldos de una población que estaba al límite
casi de la supervivencia. En enero de aquel año, pocos días antes de la
revuelta que voy a comentar, la Junta de
Subsistencias había establecido un precio para el carbón que los tenderos no estaban dispuestos a
respetar, por lo que apenas se encontraba carbón a precio tasado y tan solo se
conseguía carbón a un precio superior en un 33% al acordado por la junta. Se
caldearon los ánimos.
El jueves 10 de enero, escribe
el redactor de El Diluvio, a las diez de la mañana, Amalia Alegre, una
vecina de la calle del Olmo, cuelga en la calle un papel en donde convoca a todas las
mujeres a dirigirse en manifestación al
gobierno civil para protestar por la falta de subsistencias a precio
tasado. Pronto se reúnen unas 500
mujeres que desde la calle del Olmo se dirigen por Arco del Teatro hasta Cires
y de ahí llegan a Conde del Asalto desde donde acceden a las Ramblas. Una fotografía publicada en La Hormiga de Oro las situa en la Plaza de Santa María, frente a la iglesia de Santa Maria. Por el
Paseo de Colón llegan al gobierno civil.
La Hormiga de Oro
De la manifestación se destaca una comisión de cinco mujeres
presidida por Amalia Alegre que es recibida por el gobernador Auñón, al que le piden que se respeten los precios estipulados por la
Junta de Subsistencias para los
productos de consumo y que no se acaparen los alimentos en los almacenes a la espera de una subida de
precios. El gobernador promete que llegaran los productos a las tiendas y que
se venderán al precio tasado.
Por la
tarde, otra manifestación de mujeres, en
esta ocasión acompañadas de sus hijos pequeños,
acude de nuevo al gobierno civil. A todo esto, en varias carbonerías que
venden el carbón más caro que lo establecido por la junta se producen
disturbios y hay dueños de establecimientos que han de salir
por piernas.
Haciendo cola delante de una carbonería. Mundo Gráfico.
Ese fue el día más tranquilo.
Al día siguiente, a media tarde, se concentra un grupo
numeroso de mujeres en el Paralelo gritando contra los acaparadores y la falta
de subsistencias. Rechazan a los hombres
que quieren unirse a la concentración –ese será un dato característico durante
toda la revuelta, las mujeres no aceptan el apoyo de los varones en su
protesta- y deciden cerrar todos los locales de espectáculo del Paralelo. Entran
en un local, rompen los cristales, desalojan a los espectadores y piden a las artistas que se unan a la
protesta, lo que consiguen en la mayor parte de los casos.
Del Paralelo se dirigen a Conde del Asalto en donde cierran
todos los locales. En el Eden Concert no solo rompen los cristales, sino que no dejan pieza de
vajilla entera. Mayor es el desperfecto en el Alcazar Español de la calle
Unión. Advertido el propietario de que se acercan las manifestantes, cierra las
persianas de hierro. Las manifestantes
rompen las puertas a hachazos (esa es la versión de El Diluvio, en otro medio
hablan de martillazos), entran en el local y rompen lo que encuentran a su
paso. Por las Ramblas llegan a los
almacenes El Siglo en donde una comisión pide al dueño que cierre el local y se
les unan las dependientas. Ante el rechazo inicial a su propuesta, la respuesta
de las manifestantes es la que
ya conocemos. Rotura de escaparates y mobiliario. El dueño de El Siglo, ante el
cariz que toma la situación se compromete a cerrar de inmediato la tienda. Los
tranvías que circulan por las Ramblas son detenidos, se obliga a bajar a las mujeres que
encuentran en el interior y se les pide
que se unan a la protesta. Si alguna se niega es persuadida a bofetadas.
Se trata de un movimiento sin otros dirigentes que aquellas
mujeres cuyo mayor arrojo y capacidad oratoria las pone al frente de las
manifestaciones. Un movimiento sin
dirección clara y sin una estrategia.
Puro enojo causado por una situación de penuria.
Por la mañana han cerrado varias fábricas del Distrito V con
mayoría de trabajadoras. Y en la calle
de San Pablo una manifestación de las trabajadoras de las fábricas de la calle
Amelia, Riereta, San Pablo, San Paciano y San Jerónimo, recorre las calles
encabezada por Amalia Alegre que lleva un cartel donde pone: ¡Abajo
las subsistencias!. ¡Fuera los acaparadores!. ¡Mujeres a la calle, a defenderse
del hambre y a poner remedio al mal!. ¡Por humanidad, a la calle todas!.
Por la noche se repite la manifestación de mujeres que de
nuevo obliga a cerrar las salas de espectáculos del Paralelo y Distrito V.
Ante el acuerdo tomado en asamblea por los estudiantes de
sumarse a las protestas, una comisión de mujeres se dirige a los periódicos
para que estos informen que no aceptarán
la incorporación de varones. Prefieren
continuar ellas solas la revuelta.
El lunes, 14 de enero, varios miles de trabajadoras que El Diluvio
calcula en 14.000 han abandonado el trabajo en las fábricas y sumado a la
protesta. La guardia civil recorre las
calles a caballo y se ha acuartelado a las tropas. Las fuerzas de seguridad custodian los mercados.
Mercado de la Boquería custodiado por la guardia civil.
Comisiones de mujeres recorren los barrios de Sans, Gracia y
San Andrés pidiendo a las mujeres que trabajan que se les unan y a la vez
rechazando el apoyo de los varones. A los hombres se les dice que sigan
trabajando pues ellas solas son capaces de lograr lo que se han propuesto. Una manifestación de unas 4.000 mujeres se dirige
a la Plaza Real en donde se improvisa un
mitin.
La tarde de aquel lunes, una manifestación de al menos 5.000 mujeres acude al gobierno civil donde tiene lugar una reunión de la Junta de
Subsistencias que estudia la posibilidad de aumentar la llegada a Barcelona de
artículos de primera necesidad. El ímpetu de las mujeres consigue vencer la resistencia de los guardias de
seguridad que se encuentran custodiando la entrada al edificio y en tropel suben
las escaleras para hablar con el gobernador. Viendo el cariz que toma el
asunto, el gobernador manda desalojar la escalera repleta de mujeres y la
presión entre las que temerosas de resultar heridas quieren bajar y el empuje
que desde abajo aplica el resto de mujeres, hace que se desprenda la baranda de hierro,
cayendo un grupo de mujeres. Piernas
fracturadas, conmociones cerebrales,
varias de ellas heridas. Por suerte no muere ninguna. En las calles de
Barcelona, grupos de mujeres asaltan tahonas,
paran carros de carbón y los vacían, entran en las carnicerías buscando
alimentos.
La Hormiga de Oro
El miércoles, el paro en las fábricas es masivo. En las calles, los establecimientos de
alimentación no abren. Hay múltiples
asaltos a carbonerías, así como a tahonas y carnicerías. En
algunos establecimientos, los dueños se
defienden a tiros del intento de asalto.
Aquella tarde, Amalia Alegre acude a la redacción de El
Diluvio denunciando que un grupo de mujeres le quiere cortar el pescuezo (sic)
porque la acusan de haber sido comprada por el gobernador civil, recibiendo 600
duros para que no continue capitaneando
las protestas. A esas acusaciones, Amalia explica a El Diluvio que ella,
Amalia, había tenido la intención de alcanzar el objetivo de aumentar la
cantidad de subsistencias en venta y de abaratar
su precio por medios pacíficos y legales, y viendo el cariz que tomaba la
protesta se había retirado. O sea, que
sí, que algo de razón tienen las que la acusan.
El jueves, se celebra un mitin en El Globo Cautivo del Salón de San Juan. No se permite la entrada a los
varones excepto periodistas acreditados. Se aprueban varias medidas (subsistencias al
mismo precio que antes de la guerra, reducción del alquiler en un 20%,
readmitir a los 6.000 trabajadores del transporte que habían sido despedidos
por entender que una de las razones del aumento del precio de las subsistencias
era el encarecimiento del transporte. Acuden al gobierno civil a parlamentar y
presentar los acuerdos del mitin, y
recibidas por el gobernador les dice que ALGO se haría.
El viernes se calcula en 20.000 trabajadoras las que
secundan el paro. Sagrera, San Martin,
San Andrés. Pueblo Nuevo se suman al paro.
El sábado se publica un bando del gobierno civil prohibiendo
la exportación desde Barcelona de una serie de artículos de primera necesidad,
dictando los precios para la venta al público de los alimentos y subsistencias
más utilizadas por los trabajadores, y
dando curso a una serie de decisiones para impedir que dichas subsistencias
pudieran permanecer almacenadas a la espera de que subiese su precio. Una
comisión de mujeres, entre las que aparece Amalia Alegre, se reúne con el
gobernador, aprueba el bando y toma la resolución de desconvocar la huelga.
Dos muestras de la tensión con la que se desarrolla la venta en los comercios en El Diluvio del día 24 de enero. Las subo porque suceden en el barrio chino, pero similares sucesos están pasando en toda la ciudad durante toda la semana del 18 al 24 de enero.
El domingo los movimientos son varios; por un lado, comisiones de tenderos, de abastecedores, de ultramarinos, acuden al gobierno civil en solicitud de que se
anule el bando puesto que al precio al que
se había fijado la venta de algunos productos, haría que vendiesen por debajo
del precio de compra. Por otro, hay un mitin en el cine Montaña en donde se
rechaza el bando y se desautoriza a la comisión de mujeres que aprobó el bando del
gobernador del día anterior, por entender que las medidas no son suficientes.
El mitin finaliza llamando a continuar la huelga al día siguiente.
Empieza la tercera semana del conflicto sin visos de
solución. Los comerciantes o no tienen género en las tiendas para no tener que
venderlo al precio tasado o se niegan a venderlo por debajo de determinado
precio. Para no colocar mercancía en sus
tiendas han hecho desaparecer los carros que surtían a las tiendas desde los
almacenes. Son detenidos varios
comerciantes que se niegan a abrir la
tienda o por no querer vender al precio tasado. La casa de aceites Salat con
una tienda importante en Rambla Canaletas es de las que no quiere vender el aceite al precio fijado y
ante la irrupción de un grupo de mujeres que exige el precio convenido, las
golpean y la fuerza pública detiene al encargado de la tienda.
Se suman las llamadas señoras al conflicto, la por entonces
aún poco numerosa clase media. Todos las llaman señoras y así se identifican
ellas. Hacen llegar una nota a la prensa
expresando la necesidad de abaratar las subsistencias y los alquileres, sobre
todo los alquileres, y convocando a su
grupo al Salón de San Juan el siguiente jueves para dirigirse en manifestación
al gobierno civil. En el resto de España
hay disturbios por el mismo motivo en La Coruña, Alicante y Málaga.
Aumenta el número de fábricas en paro. En muchas de las fábricas con personal de
ambos sexos, la falta de mujeres impide continuar la producción, por lo que han
de parar a su vez los hombres. Se
extiende el asalto a los comercios. Sobre todo a los de pesca salada, más
refractarios a vender al precio tasado. Se asaltan los almacenes de aceites
Salat en Wad Ras que se está distinguiendo por hacer caso omiso a las
disposiciones del bando.
Cola a las puertas de la tienda de Aceites Salat en Rambla Canaletas. Mundo Gráfico.
El miércoles 23 de enero, el gobierno central destituye al
gobernador civil de Barcelona, sr. Auñon,
y para que no haya un vacío de poder
mientras se nombra al nuevo gobernador, se designa como gobernador interino a
Prat, presidente de la Audiencia. Al día siguiente se celebra un mitin en la
Font del Gat al que acuden 5.000 mujeres. Es disuelto por la guardia civil.
El viernes se declara el estado de guerra en la provincia.
Fuerzas del ejército se encargan de la custodia de mercados y establecimientos
comerciales. Simultáneamente, el gobierno central emite un real decreto
decretando la censura militar de prensa.
Soldados fijando el bando donde se anuncia la declaración del estado de guerra. Mundo Gráfico.
Sección de ametralladoras en el patio de las Escuelas Pias de la Ronda San Antonio.
Fuerzas de la guardia civil a caballería en Plaza Cataluña.
El sábado llega a Barcelona el nuevo gobernador civil
Gonzalez Rothwos.
A partir de la salida de las tropas a la calle, desaparecen
las manifestaciones y los asaltos a los comercios. Se instalan ametralladoras en varios enclaves
y se disuelve todo conato de concentración. La prensa pasa a las últimas páginas la
información del conflicto y aún con sordina. El gobierno civil publica un nuevo
bando informando de una serie de medidas para aumentar el abastecimiento de
productos de primera necesidad, dando una lista de precios para esos productos
e informando de las sanciones a que dará lugar la no aceptación por los
tenderos de los precios tasados. Patrullas
del ejército supervisan que los establecimientos se abran y que el precio al
que venden los productos respete las instrucciones del bando.
En pocos días volverán las mujeres al trabajo. Se termina la
revuelta.
Durante dos semanas,
y sin aceptar el apoyo de los hombres, grupos nutridos de mujeres han
paralizado la ciudad, conseguido cesar a un gobernador civil e impuesto un
bando donde se toman medidas para mejorar el abastecimiento y reducir precios.
Termina la revuelta tras la declaración del estado de guerra, pero no se puede
tomar por un fracaso el resultado. Se ha conseguido en buena parte lo que se
pretendía.
Por años, en las poblaciones de Cataluña se cantará una canción con la siguiente letra (en Records d'un sindicalista llibertari català - Joan Manent i Pesas. Edicions Catalanes de Paris. 1976):
Una tal Amàlia Alegre
que de molt mal humor estaba
un paper va escriure un día
dient al gobernador:
-Volem menjar barato,
i si això no logrem,
algú pagarà el pato!.
Ai... Ai... Ai...
Per les dones va ésser
una mala semana,
quan anaven pel carrer,
cridant: Ai!... Ai!.. Ai!...
que tenim gana
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Miscelánea. El conflicto en las páginas de L'Esquella de la Torratxa.
¿No será que las mujeres de antes eran más bravías? Y ahora lo que somos es unas pánfilas institucionales y constitucionales?
ResponderEliminarEl poema de Verlaine que parece escrito pensando en nosotros, salvo que en lugar de escribir acrósticos nos dedicamos a ver series por televisión:
EliminarJe suis l'Empire à la fin de la décadence,
Qui regarde passer les grands Barbares blancs
En composant des acrostiches indolents
D'un style d'or où la langueur du soleil danse.
Más que bravas, creo que emprendedoras,utilizando sus neuronas por todo lo alto,como muchas mujeres de aquella época que defendían las subsistencia de su familias,trabajando en casa y en el trabajo,cuidando a sus hijos,y cuando algunos desalmados tocaron a sus hijos,sacaron su furia de mujer para defender lo que su ser más quería LA FAMILIA
EliminarAl fín y al cabo respondían a una serie de necesidades imposibles de compensar por la especulación y la codicia, teniendo muy claro el espíritu de subsistencia de grupo.
EliminarEstoy de acuerdo con Valentin,eso hicieron mi madre y mi abuela.
ResponderEliminarJosep, fantastico post, de verdad, con tu permiso lo comparto.
Un abrazo,.
Otro para ti, Mª Trinidad. :)
Eliminaruna maravilla de post!! como todos!!! FELICIDADES por el trabajo que haces y podemos disfrutar!! lo comparto Around Paral·lel
ResponderEliminarMuchas gracias, Francesc. Un abrazo.
EliminarHola! Casualmente estoy estudiando este mismo tema en el barrio de Gràcia. Cómo puedo contactarme con el autor?
ResponderEliminarenvía un correo a la siguiente dirección: lavaix2003@yahoo.es
EliminarMagnífica exposición de unos hechos que nos llevan a hacer pensar, si cuando nada tienes nada tienes que perder. Ojalá ese espíritu de lucha existiera hoy en día. Pero son muchos los "divertimentos" que nos alejan la voluntad de los verdaderos problemas de este país.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta historia. Tiene usted una redacción que atrapa. Las mujeres aguerrida catalanas siguen allí... intactas.
ResponderEliminarMuito obrigado, Miriam.
EliminarMuchas gracias por esta historia. Tiene usted una redacción que atrapa. Las mujeres aguerrida catalanas siguen allí... intactas.
ResponderEliminarEnhorabuena por el apunte. Excelentemente documentado. He llego a él buscando fotos de la calle San Beltran. Tengo un bloc sobre la crónica negra de Montjuïc y Poble Sec. Estoy acababando de recoger información sobre la desaparición de un niño en la calle San Beltran y su extraña muerte en una cueva del Morrot. Te dejo en enlace del blog https://montjuichnegra.blogspot.com/
ResponderEliminarHe estado curioseando las entradas de tu blog. Ennhorabuena. Magnifica iniciativa sobre una faceta de la historia de Montjuich que no se ha tratado antes. Un cordialisimo seguro y tenme a partir de ahora por uno de tus lectores habituales.
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