Revista Crónica. 1935
Hasta la primera guerra mundial, en
Barcelona era infrecuente el uso de cocaina con finalidades no
terapeúticas (para colocarse, vamos). Algún médico que, al igual
que Sigmund Freud, usaba del tóxico como estimulante, para dormir
menos, y pocos la empleaban como elemento de diversión.
Se inicia la
primera guerra mundial y Barcelona se llena de cocottes francesas
dispuestas a vaciar los bolsillos de una burguesía catalana que ve
en el conflicto una ocasión de enriquecerse. Parisinas que llegan
acompañadas de una cajita de polvo blanco que al inhalarla provoca
risas. La cocaína se convierte entonces en una sustancia cuyo uso
denota elegancia, estar a la última, saber vivir la vida, conocer
los ambientes canallas de Barcelona. En fin, todo lo que los corridos
de Barcelona quieren aparentar (corrido es el nombre que los
barceloneses de antes de la guerra civil dan a la persona que se
corre las juergas).
Tras la contienda mundial, el Tratado
de Versalles aprueba una serie de medidas para luchar contra el
tráfico y uso de drogas, en particular morfina y cocaina. España,
en tanto que miembro de la Sociedad de Naciones, organismo creado por
acuerdo de los países firmantes del Tratado de Versalles, asume los
compromisos aprobados contra el tráfico de drogas y desde entonces,
tomar cocaina se convierte en una conducta que bordea lo ilegal lo
que para muchos la hace más interesante. En los locales de
Barcelona se continua trapicheando con cocaína. Una cocaina, que es
de mucha peor calidad que la que se conseguía unos años antes. Para
aumentar las ganancias, los pequeños traficantes la cortan con ácido
bórico y de vez en cuando con novocaina. Se corta tantas veces que
muchas veces lo que se compra apenas lleva trazas de cocaína.
Revista Estampa. 1930
Una de las zonas donde hay más
traficantes es la zona del barrio chino. Las calles alrededor de Arco
del Teatro son lugares donde acude quien quiere comprar la sustancia
prohibida. Los travestis de la calles del Cid y Mediodia aparecen
con frecuencia en las notas policiacas y en las crónicas
periodísticas que dan cuenta de la actividad de los tribunales de
justicia como vendedores al menudeo de cocaina. La Francisquita, la
Iris, la Canaria... un largo etc de apodos femeninos para los
pequeños traficantes detenidos. La cocaina se conoce en el argot
como mandanga (mandanga chachi cuando es de mayor calidad) o cocó.
Opisso. Esquella de la Torratxa. 1927. Sobre los estragos de la cocaína.
Y dicho lo que antecede a modo de
introducción, vamos a por la captura del mayor alijo de droga
encontrado por la policía en Barcelona antes de la guerra civil.
Septiembre de 1935. En un servicio de
los funcionarios de policía Franquero y Laguardia, son detenidos en
una taberna de la calle Raulic cuatro miembros de la banda del
Malaguita y el dueño del local. El Malaguita es un viejo conocido
de la policía y prensa. No pasa año en que no aparezca su nombre
como autor de tropelías que lo llevan ante la justicia. Estafador,
traficante de droga, denunciado por los hoteleros donde se aloja
porque además de no pagar la cuenta del establecimiento, roba la
ropa de cama del cuarto... El retrato que me hago de la lectura de
las siete u ocho notas de prensa que encuentro sobre sus actividades
al margen de la ley, es que se trata de un delincuente de la clase
más baja que afana donde puede para ir pasando.
Al parecer, así lo indica el relato
policial de lo que sucedió en septiembre de 1935, lidera una banda.
Esa condición de jefe de una banda choca con mi impresión de que
el Malaguita viene a ocupar uno de los escalones más bajos de la
clase de los delincuentes.
Franquero y Laguardia acuden a un figón
de la calle Raurich como supuestos comprador y financiador de la
compra de una cantidad de cocaina. Malaguita se encuentra, como es
usual en su caso, en prisión, y los policías han falsificado su
letra y redactado una nota para Francisco Peinado alias Trompito que
es el lugarteniente de Malaguita, en la que Malaguita le manda que
se les venda a los supuestos compradores una cantidad de droga.
Llegados los dos policías al bar donde se ha reunido toda la banda,
se identifican como agentes del orden y detienen a los cuatro que
encuentran en el establecimiento y de paso al dueño de la taberna al
encontrar en el registro que hacen un paquete con treinta cartones de
tabaco Lucky adulterado. Es tan cutre la escena que rodea al alijo de
la droga, que recuerda al Depa Carel.li del Antaviana de los cuentos
de Pere Calders cuando le ofrece a su conciencia un Lucky para
demostrar lo rumboso y lo bien que le ha ido en la vida.
Cuenta la policía, y lo recogen todos
los periodicos, que “alguien”, en los interrogatorios menciona a
un tal Miguel Martinez Martinez, pescadero, que vive en Conde del
Asalto. Detenido el pescadero, e interrogado, menciona en sus
declaraciones el piso donde vivía antes, en la calle Arco del
Teatro, 40. Es allí donde se dirigen los funcionarios de policia y
encuentran en una de las habitaciones, tras un tabique, la droga.
Revista Crónica. Entrada al número 40 de la calle Arco del Teatro. Fot: Torrents.
Seis frascos con 500 gr., tres frascos
con 250 gr. y doce de 100 gr. de cocaina; 45 frascos con 100 gr. y
6 con 50 gr. de morfina. Una cantidad muy importante que la policía
calcula que puesta en la calle hubiese alcanzado un precio de medio
millón de pesetas.
Revista Crónica. Fot: Torrents.
Todo suena algo raro. De la detención
de cuatro pequeños delincuentes que querían vender cocaina a los
policias, o a lo mejor estafarles ofreciendo ácido bórico a precio
de cocaína, pasamos a otra persona de la que desconocemos si tiene
relación con los primeros, que conduce a los funcionarios a un lugar
donde se encuentra una cantidad importante de droga. Alguien se ha
chivado o alguien pide inmunidad para algún delito a cambio de dar
información a la policia o es la propia policía la que encuentra lo
que antes ha colocado en la habitación.
La prensa ya no dice nada más. No es
de extrañar. Se encuentra bajo censura previa gubernativa y en
ciertos asuntos se limita a transcribir casi literalmente lo que
informa la policía sin entrar en mayores honduras. En las crónica
queda como el desmantelamiento de la banda que traficaba con mayor
cantidad de droga en Barcelona.
Relato de la aprehensión en La Publicidad. 1 de octubre de 1935. El resto de periódicos hace una descripción idéntica a esta que subo, con algún cambio de redacción. Probablemente todos ellos se hayan limitado a transcribir la nota policial.
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