El barrio chino es uno de los protagonistas del relato de
Francisco Madrid que da nombre a su
libro “Sangre en Atarazanas” con una
primera edición en 1926.
El barrio chino como lugar donde se encuentran, conocen,
esconden de la policía, preparan sus golpes, reparan
sus fuerzas, encuentran otro cuerpo y al roce con la carne temblorosa y a la
sensación cálida que produce el contacto lo llaman amor. Más que el ámbito que
enmarca sus peripecias, el barrio chino es otro protagonista más que marca al resto de ellos. Pongámosle cara a ese
otro protagonista del relato.
Bueno, si, vale, eso
de que las calles son uno de los actores de un relato es un recurso muy manido
y cursi que en este caso se limita a
poner unas fotos que acompañen el texto. Así que quito la retórica anterior y lo dejo
en lo que es, la ilustración del cuento de Francisco Madrid con unas imágenes
del barrio chino:
Sangre en Atarazanas:
Dos pistoleros se acercan a Jaume Ros, un confidente de la
policía que está parado, mirando un cartel en el Paralelo, y le descerrajan varios
tiros. Ambos huyen por la calle San Beltrán y al bajar las escaleras que salvan el desnivel entre el Paralelo y San Beltrán, uno de ellos resbala y al caer se golpea con la reja de la
fuente que se encuentra en medio de la escalinata.
La calle que atraviesa la fotografía, por donde discurren
carros a tracción animal y vehículos a motor es el Paralelo. En su centro
adentrándose en el hondón del barrio chino está la calle San Beltrán. Casas i Galobardes. ANC.
Calle San Beltrán y la fuente. Una fuente de dos grifos surtida con agua de
Montcada.
La calle San Beltrán es una calle corta que va desde Paralelo
a la calle del Olmo, y que a la mitad de su trayecto es atravesada por otra
calle, Santa Madrona. Ni San Bertrán ni Santa Madrona han tenido nunca la menor
importancia en la historia de Barcelona. De la calle Beltrán
conocemos las escaleras que permiten acceder al Paralelo, y de la calle Santa
Madrona que en el XIX existió en la misma una fábrica de indianas. Apenas suceden hechos luctuosos en ninguna de las dos, que es la manera de pasar a la
historia de muchas de las callejuelas del chino, como parte de la crónica de
sucesos. No hubo cabarets que como en
otros puntos del barrio atrajeran a las clases bienpensantes en busca de un
reflejo del vicio. No hubo nada de todo ello. Tabernas de las que ni siquiera
sabemos el nombre.
Uno de los dos pistoleros corre por la calle San Beltrán pegado al edificio de La
Eléctrica Española que se encontraba a la izquierda de la calle entrando por el
Paralelo. Al llegar al cruce con la
calle Santa Madrona entra en la taberna Las cuatro gotas.
El edificio de La Eléctrica Española ocupaba toda la acera
oeste de la calle entre Paralelo y la calle de Santa Madrona. En la imagen que
sigue se aprecia la mayor parte de su fachada.
Otra fotografía de la calle de San Beltran, esta vez mirando
al Paralelo. Años cuarenta, ya sin fuente en las escaleras.
Ese primer pistolero, toma un coñac en la taberna y al salir
recorre la calle Santa Madrona en dirección a Conde del Asalto donde es
cacheado en un control de la policía.
Se salva del cacheo, la policía se desentiende de él, y llegando a las Ramblas se sube a un autobús
que lo lleva a la calle del Diamante en Gracia, donde en un piso tiene
alquilada una habitación. Al llegar a
este punto, lo mismo que la policía hace Francisco Madrid y se olvida del
pistolero. Y con Madrid, nosotros. Primer pistolero, puerta.
El segundo pistolero, que como el anterior desciende por las
escaleras que dan a la calle San Beltrán, al llegar a la calle Santa Madrona
tuerce a la derecha y continua hasta Arco del Teatro para pasar a la calle
Berenguer el Viejo y de allí adentrarse en la calle del Cid. Entra en el patio trasero del bar La Mina y contrata un
camastro en una de las dos casas de dormir del patio por sesenta céntimos. A
partir de aquí también se desentiende Francisco Madrid del segundo pistolero.
La flecha señala el punto donde la calle Santa Madrona
desemboca en la calle del Cid. Se aprecia un edificio hundido en la esquina, y
otro más en la acera de enfrente de la calle del Cid. Son las señales de los
bombardeos franquistas en el barrio chino durante el año 1938. La fotografía es
de la inmediata postguerra. El edificio del fondo de la calle corresponde al
final de Cid ya en la calle Mediodía.
La sala de dormir del albergue municipal de la calle del
Cid 12, al poco de inaugurarse en 1905.
Años veinte.
Casa Jaime, entrada
por Cid. Una de las dos casas de dormir del patio trasero de La Mina. Casas i Galobardes.
Margaret Michaelis. 1934. La entrada a la otra casa de
dormir, Cal Ventura.
Recorrido de ambos pistoleros. El camino que sigue el
primero en trazo rojo y el segundo en trazo verde. Plano de 1933.
No hay comentarios:
Publicar un comentario