Estoy con La vida de Manolo de Josep Pla, la biografía del escultor Manolo Hugue. Me interesa el retrato que hace de algunos lugares de lo que aún tardará en llamarse barrio chino de Barcelona a finales del siglo XIX, y al leer un párrafo me digo ¡Cáspita! (cáspita que es la traslación escrita del ¡coño! que grita mi cerebro al darse cuenta de que ese párrafo ya lo conocía o que conocía otro muy parecido que aparecía en otro libro). Busco y rebusco y al final lo encuentro: La pasión de la Bella Otero de Ramón Chao, un libro editado por Seix Barral en el 2005. En el apartado 6 del Cuaderno V de la división del libro de Ramón Chao, me encuentro con varios ejemplos de lo que ahora se conoce como intertextualidad.
Comparo párrafos de uno y otro libro:
LA VIDA DE MANOLO: El Café del Puerto,
de la Barceloneta, era un dels que donava més joc. Era un cafè
cantant, de porta aspra pintada de color de sang de bou, una mica
descolorit per l'aire de la mar i el salobre. Nit i dia era ple de
mariners de tot el món, de descarregadors del moll, de dones i de
lladres [...] La pastera
dels daus marxava sense parar i s'aixecaven unes polsegueres
formidables [...] Al xiringuito
de Colom hi anavem a menjar un plat de bacallà a la llauna, a la
matinada.
LA PASIÓN DE LA BELLA OTERO: Donde más se jugaba era en un café
del puerto de la Barceloneta. Tenía una puerta pintada de sangre de
toro un poco desvaído. Noche y dia estaba colmado de marineros de
todos los países, descargadores de muelles y ladrones. Los pobres
tomaban chinchón, oruxo gallego y vino de Cacabelos; los ricos
ginebra y cerveza de Baviera. La mesa de juego, la pastera, trabajada
sin cesar, y alrededor de ella se levantaban unas polvaredas
enceguecedoras. Allí empecé a cantar por una cena para dos. Y nos
apresurábamos jugar la calderilla que me tiraban al escenario. De
madrugada íbamos al chiringuito de Colón a comer un plato de judías
con butifarrón.
Fot. Forcano. 1967.
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LA VIDA DE MANOLO: He conegut el Canyet,
el Montes, el Galofre,
el Rafel de Sants, que
una vegada tirà un tret a un home i se li emportà l'anca. El Rafel
de Sants es carregava les
pistoles ell mateix i feia una metralla extranya, amb claus, boletes
de ferro i gavarrots de sabata. Quan tirava un tret semblava que el
món s'ensorrava
LA PASIÓN DE LA BELLA OTERO: Conocí a los grandes arrojados de aquella época, el Canyet, el Galofre, el Rafel de Sans, quien le pegó un día un tiro a otro jugador y se le llevó media nalga por delante. Todos cargaban ellos mismos sus pistolas, poniendo en las balas como metralla clavos, bolas de hierro y tachuelas de zapatos. Cuando disparaban un tiro parecía que se hundía el universo.
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LA VIDA DE MANOLO: A l'Orient i al cafè de l'Océano,
que era al carrer dels Tallers, es jugaba al burro. Al cafè de
l'Alegria (avui Edèn Concert), al cafè de l'Unio (avui Alcazar) es
jugaba al monte i a "bones i males". A molts cafès , els
daus eren, ben entès, carregats i es feia trampa. Això per un
cantó, i per l'altre les explosions de fatxendería que produeixen a
casa nostra les cartes, originava esbrones terribles i gavinetades.
LA PASIÓN DE LA BELLA OTERO: En el café del Océano de la
calle Tallers jugaban al burro. En el Edén-Concert y en el café de
la Unión le daban al monte y a buenas y malas. En otros lugares se
tiraban los dados. En todos los establecimientos las cartas estaban
señaladas, los dados cargados, o se hacía trampa de cualquier otra
manera. Las explosiones de marchosería que produce la baraja
originaban broncas con puños y cuchilladas. A todo este mundillo lo
amparaban las autoridades.
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LA VIDA DE MANOLO: Es pot dir que vaix conèixer tots
els lladres del meu temps. Els centres dels lladres eren dos balls
del carrer de Sant Ramon que es deien "la Mesalina" i "El
Petit Paris"
LA PASIÓN DE LA BELLA OTERO: También me hice amiga de casi
todos los ladrones de mi tiempo. Solían concentrarse en dos salas de
baile llamadas La Mesalina y El Petit Paris de la calle
San Ramón.
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LA VIDA DE MANOLO: De vegades, als cafès, hi habia
desafiaments de taula a taula i els valents es deien tremendes
que duraben una hora grassa. El Montes que li deien el "Sumer"
que vol dir senyoret en argot, va fer la societat dels valents, els
passava la setmanada i ell es quedava a casa. Aquesta societat
defensaba, per dir-ho amb el tòpic corrent, els interessos morals i
materials del ram.
LA PASIÓN DE LA BELLA OTERO: A veces se lanzaban desafíos y
se cruzaban tremendas, que así se llamaban los insultos. Al Montes
le decían el sumer, que en argot quiere decir señorito. Llegó a
formar una sociedad para defender los intereses morales y materiales
del ramo. Les pasaba un semanal a todos y él se quedaba en casa.
Estaba subyugada por aquella gente. Al entrar después en el gran
mundo fui cambiando.
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