En la creación de una imagen colectiva del barrio chino en los primeros decenios del siglo pasado, juegan un papel importante las novelas de varios escritores franceses que visitan la zona entre finales de los años veinte y principios de los treinta.
Claro
está que esos elementos sobre los que giran sus novelas existen,
pero el barrio chino es muchas otras cosas que no les interesan y ni
siquiera ven. El barrio chino son familias que han llegado del sur de
España, son los centros de activismo republicano, es la vida de las
clases trabajadoras que en su nivel más humilde habita en el lugar.
Esa parte la orillan. No es ya que no les interese, es que prestarle
atención les distraería de lo que andan buscando, color local, la
confirmación de que en todas las grandes ciudades hay agujeros
negros que se tragan toda conducta en lo que pudiera haber de buena
intención.
Villa Rosa. Sagarra. 1930-35. ANC. En el Villa Rosa era leyenda que su dueño, Miguel Borrull, escenificaba riñas para deleite y espanto -controlado- de los turistas.
Volviendo
a los novelistas franceses, no deja de haber elementos verdaderos en
lo que cuentan mentirosamente. A la manera de los espejos cóncavos,
la imagen distorsionada que transmiten procede y señala elementos
verdaderos.
La
relación de autores interesados por el barrio chino es bien
conocida: Paul Morand en Ouvert la nuit (el capitulo La nuit
catalane) de 1922; Francis Carco (Printemps d'Espagne. Los dos
últimos capítulos sobre Barcelona. 1929); Henry de Montherland (La
petite infante de Castille. 1929).
Jean
Genet entra en otro apartado. No es un turista en el barrio como sucede con los otros
escritores. No lo llevan de paseo los escritores locales en una Tournée des grands
ducs por los locales canallas de Barcelona. En Journal du voleur,
Jean Genet habla de la vida miserable que vivió en el barrio chino a
principios de los años treinta. Su libro lo escribirá en los
años cuarenta y no será publicado hasta 1949. No será usado por los turistas que quieren vivir una experiencia acanallada.
Lo mismo que con Jean Genet, sucede con Georges
Bataille. Bataille termina Le bleu du ciel en 1935, en Tossa de Mar, y no
publicará el libro hasta veinte años más tarde. Es probable que
no llegase a pisar La Criolla. En su estancia en Barcelona en mayo de
1935, encuentra La Criolla cerrada. Su desconocimiento directo de la
sala no le impide usar la información que otros le cuentan sobre la
misma para convertirla en el marco donde ajustarle las cuentas a Simone Weil que aparece bajo la figura de
Lazare.
Uno
de esos novelistas, el que más frecuentemente utiliza el barrio
chino en sus relatos, es Pierre Mac Orlan. Sobre el barrio chino, escribe
varias novelas, relatos de viajes, de una de las novelas se rueda
una pelicula con escenas rodadas en las calles del chino.
Que menos que una imagen tópica de un escritor que hizo un tópico del barrio chino de Barcelona. La imagen aparece en un número de la revista Mirador del año 1931.
A
Mac Orlan le interesan los ambientes pintorescos, enclaves donde
pueda desarrollar una trama de acción. Barcelona, su barrio chino,
la visión que él quiere tener sobre el chino, le sirve a estos
efectos. Hace una novela, cuenta un drama y le da unas pinceladas
verosímiles y, sobre todo, coloridas.
Veamos
lo que escribe sobre el barrio chino.
La primera novela es La Bandera. Hay algo curioso en La Bandera. Aparece la Criolla, pero en el relato no hay travestidos, travestidos que para nosotros han llegado a ser el elemento definitorio del establecimiento. De La Criolla, Mac Orlan resalta el ambiente extremadamente ruidoso. Años más tarde, cuando se rueda la película inspirada en la novela, en 1935, esa Criolla heterosexual se ha convertido en un sitio donde los travestis campan a su antojo.
La Bandera. Pierre Mac Orlan. Editions Gallimard, 1931.
Gilieth, interpretado por Jean Gabin en una La Criolla recreada en estudio. La Bandera. Película dirigida por Julien Duvivier en 1935.
La
diferencia entre una y otra descripción, la de la novela y la de la película, marca un cambio de
orientación del negocio de La Criolla. La novela aparece en 1931 y
es posible que el conocimiento de primera mano que tenía Mac Orlan
de los barrios bajos de Barcelona fuese el resultado de su viaje a
Barcelona durante la Exposición Internacional de 1929. En aquel
año, el local sería heterosexual, prostitutas, marineros, y no se
dejaría entrar a homosexuales y travestidos. ¡¡fuera de aquí,
maricón, o te doy con este palo en la cabeza!!. Un Pepe encargado
del local (¿Pepe el de La Criolla?) es noticia de prensa en 1926
por agredir a un parroquiano golpeándole con un palo.
Tampoco
aparece en el libro la cocaína. Que la había, y en cantidad, al menos desde la
primera guerra mundial. Cabe suponer que aún se mantuviera refugiada
en los locales de mayor standing de la ciudad. El Eden Concert, el
Excelsion, Cafe Catalan y no hubiese traspasado la barrera de los
barrios marginales.
Coincide
lo que escribe Mac Orlan con lo que antes de él escribió Francisco
Madrid. Cuando se abre La Criolla y en los años siguientes, hay
prostitución, hay el ambiente delincuencial propio de los bajos
fondos, pero los travestis no están en el local. Están en la calle
de El Cid y están en Cal Sacrista pero no han traspasado la calle y
sentado sus reales en La Criolla.
Cal Sacrista. ANC. Años treinta. De una serie sobre el local del fotógrafo Sagarra.
¿Que
nos dice sobre La Criolla Mac Orlan?. El protagonista entre en el
local, una gran sala llena de emigrantes borrachos. Hay un grupo de
marineros franceses que ha descargado una flotilla de buques de
guerra de la armada francesa atracados en el puerto, que llevan la
intención de montar camorra. Una orquesta infernal (sic) tanto
mecánica como humana va alternando blues y fox-trot. Gilieth presta
atencion a una muchacha completamente borracha que baila sola en la
pista evocando con sus movimientos las imágenes que le causa su
estado de ebriedad. Los marineros franceses buscan pelea y los
trabajadores del local requieren la presencia de la policia militar
francesa que se los lleva. La muchacha ebria gira en medio de la
pista como una peonza. Un amigo de Girlieth acuerda con una
prostituta que hay en el local que se llevará a una persona a una
pensión y procurará sonsacarle información. Al salir de la
Criolla, mucha animación por la llegada de los marineros franceses y
gitanas que agitan los vestidos, hacen la señal de la cruz o musitan
maldiciones. El amigo de Gilieth, para divertirse, lanza a las
gitanas un “mal de ojos”. Las gitanas huyen haciendo cuernos con
la mano. Ya no aparece más La Criolla en la novela, salvo para
decir que una noche sale Gilieth de la misma habiendo bebido más de
la cuenta.
En la película, La Criolla es un local con travestis que se prostituyen y en donde bailan chicas medio desnudas. Hay que ir con mucho cuidado porque delincuentes al acecho esperan al incauto para robarle la cartera.
No
olvidemos que Gilieth se aloja en la calle del “Cid Campeador” en
un hotel que se llama “des Illes”. Llamar a la calle del Cid,
calle del Cid Campeador se convierte en una costumbre para los
escritores franceses.
Una fotografía atribuida a Centelles, en La Criolla. Años treinta. Un local que en el momento de la fotografía es casi íntimo. No hay turistas, no hay escritores franceses con su cuadernillo de notas, no hay personas de la burguesía catalana dándose un garbeo por el barrio chino. Parroquianos, habituales de la casa, gente que encuentra su refugio entre otros marginados como él. Da la impresión que les disgusta el fogonazo del flash, incluso estoy por decir que les incomoda la presencia del fotógrafo.
Vayamos
al segundo libro de Mac Orlan. Rues secrétes, editado por Gallimard en 1934. Se trata de una guia de los bajos
fondos de varias ciudades, desde Berlin a Casablanca pasando por
Estrasburgo. ¡¡¡¡Estrasburgo!!!!. Poca prostitución y pocos bajos fondos en Estrasburgo. ¡Vaya,
que sorpresa que en Estrasburgo no haya apenas prostitutas! Ya lo
suponíamos. Hay un capitulo sobre el barrio chino de Barcelona. Con
dos etapas de visita.
Rues secrètes. Pierre Mac Orlan. Editions Gallimard. 1934. No está de más indicar que para ser un libro con un capítulo dedicado al barrio chino de Barcelona, nunca ha estado editado en castellano. Esta es la sagacidad comercial de nuestros editores.
En
la primera visita, Mac Orlan y sus compañeros, después de comerse un “Riz
à la Valenciana” acompañado de manzanilla entran con paso
decidido al barrio chino por L'Arche-du-Théâtre. Aparecen unas
gitanas que se levantan impúdicamente las faldas y les tienden la mano con la palma abierta hacia arriba. Uno del
alegre grupo les grita ¡culebra! Y las gitanas huyen haciendo
cuernos con la mano. Miran al interior de un edificio a través de
una ventana y ven a seis
guardias civiles, mosquetón en mano, que duermen apoyados unos en otros.
Entran en un burdel que por las características parece el de Madame
Petit si bien Orlan lo llama madame L., con letreros en la pared
donde se indica el cambio de moneda y la tarifa de los servicios.
Las prostitutas por las que le pide a la madame el guia del alegre
grupo no se encuentran en el local, ni Isabel, ni “la niña de
Angoulême”. Llegan a la calle del “Cid Campeador”. Desierta.
Atraviesan el chino hasta llegar al Paralelo donde al fin encuentran una
prostituta. A sus requerimientos, la mujer le dice a uno que de
acuerdo con el fornicio, pero antes han de casarse. Sin pasar por la vicaria no hay
roce. Poco después se enteran de la causa de la desolación que
han observado. Se ha inaugurado la Exposición Internacional y en vista del
elevado número de autoridades y turistas extranjeros, se ha ordenado a las fuerzas del orden que controlen celosamente la situación de los barrios bajos. Por eso está todo cerrado, clausurado y sin colorido local.
Pocos
meses más tarde, de vuelta a Barcelona, Orlan recorre de nuevo el Paralelo.
Le gusta la calle. Llena de pequeños cines y de music-hall, le
parece la faceta alegre de Barcelona. De un carácter barcelones. El
barrio chino es otra cosa. Influye en ella la atmósfera
internacional propia de los grandes puertos. En el chino, la nota de color la
dan locales donde se baila o se canta flamenco. No como un espectáculo propio de
Barcelona, sino de la España del sur injertado en el barrio chino. Cosa distinta es la Maison Rouge
(¿Villa Rosa?) donde el espectáculo está orientado al turista.
En
la calle del "Cid Campeador" hay un local donde el flamenco es arte. En
un local del Paralelo, aparece una enana de 60 cm. Vestida de gommeuse y con látigo, aparece una bailarina frenetica y sin bragas. Esto de gommeuse debe de ser un tejido que se adhiere al cuerpo, algo así como el latex de la época. Las enanas y
Barcelona... parece una fijación de escritores extranjeros (1)
Una
tercera obra de Orlan Filles d'amour et ports d'Europe que no
se encuentra en los catálogos de la Biblioteca de Catalunya ni en los de la Biblioteca Nacional de España y de la que no he conseguido hacerme con un ejemplar, y hasta una cuarta La tradition de minuit,
que tampoco está en las bibliotecas públicas españolas. Todo lo cual me ahorra continuar con disquisiciones sobre lo que dice sobre el barrio chino Mac Orlan en estos libros, y dejarle
la tarea a Sebastià Gasch que si las leyó o al menos las reseñó. Gasch era un gran amigo de Mac Orlan y su cicerone cuando el francés viajaba a Barcelona. Gasch lo llevaba a los locales de flamenco del barrio chino, Juanito El Dorado, Bar Cádiz, la Taurina de la calle del Cid. Eso al menos comenta Néstor Luján en El pont estret del anys 50:
Revista Destino. Abril de 1960. Extracto del artículo Barcelona y los escritores franceses de "Sebastián" Gasch.
No conozco la existencia de otros textos de Pierre Mac Orlan sobre el barrio chino de Barcelona.
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(1) En La Piel de Curzio Malaparte dice lo siguiente refiriéndose a prostitutas enanas:
Famoso
es en verdad el Pendino di Santa Barbara por la gran cantidad de
mujeres enanas que viven en él. Son seres pequeños, que llegan
apenas a la altura de la rodilla de un hombre de estatura normal. Son
repulsivas y arrugadas, las enanas más feas que existen en el mundo.
En
España hay muchas enanas muy bellas, bien proporcionadas de formas y
líneas .
Y he visto alguna en Inglaterra, verdaderamente bellísima, rosada y
rubia, casi una Venus en miniatura. Pero las enanas del Pendino di
Santa Barbara son horrendas, y todas, aun las más jóvenes, tienen
el aspecto de antiquísimas viejas, tan envilecido tienen el rostro y
tan rugosa la frente, tan escasa y descolorida la enmarañada
cabellera.
Ví en ciclo de filmoteca la película de Duvivier,( no la mejor seguramente), desconocía que existiera el bar "La Criolla". me despertó la duda sobre el nombre, en Argentina "criollo" es entendido como persona de raíz hispana nacido en América. Eran común la historia de emigrados que regresaban ricos( indianos en alguna región de España) que pensé que quizás esa era la historia trás el nombre
ResponderEliminarEl origen del nombre de La Criolla queda en el más absoluto desconocimiento. Hubo indianos que construyeron edificios cerca del local, hubo criollos, pero La Criolla no fue frecuentada por personas adineradas hasta varios años después de convertirse en la pústula con el color más venenoso del barrio chino (visto desde la óptica de la pacata sociedad en la que se movían los indianos). Un día leeremos unas memorias y sabremos a que se debe su nombre.
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