La Criolla, Calle del Cid, 10.
La calle del Cid es una pequeña travesía entre el Paralelo y la
avenida de les Drassanes. Los arquitectos municipales le han dado la función de
ser el acomodo de las traseras de algunos edificios públicos. Lugar de paso para la
gente del barrio donde a veces se demora algún yonki que hace tiempo mientras no le atienden en el centro de toxicomanías que hay en el baluarte de la muralla de les Drassanes.
Apenas dos edificios dan a la calle. Uno es el señalado con el número 10. No es un edificio antiguo, aunque
si viejo, con seguridad no tendrá más
allá de setenta años. Una casa barata sin el menor interés excepto uno, la numeración que le
adjudica el ayuntamiento.
Hace años, el número diez de la calle del Cid albergó una
sala de fiestas que puso a Barcelona en el imaginario mundial. Douglas Fairbanks jr, putero redomado pudo decir del barrio chino de Barcelona que
conocía sobre todo por sus visitas a La Criolla: "No he visto una cosa parecida, ni en Saigón, ni en Shangai, ni en Port Said, en ningún lugar". No es
el de ahora el mismo edificio de La
Criolla. Los bombardeos que sufrió Barcelona en el año 1938, destruyeron el edificio y otros muchos. El número diez que hay ahora es un edificio construido más tarde.
Carnaval en La Criolla en los años treinta
Para encontrar algo en la calle que pueda relacionarse con el periodo de La Criolla, es
preferible la acera de enfrente, el edificio entre Perecams, Portal de Santa
Madrona y Cid . Al menos en este último,
el arquitecto diseñó unas ventanas que son un remedo de las que había en el edificio
de La Criolla. La Criolla, un antiguo edificio fabril reciclado en sala de fiestas del que el barrio solo
guarda el recuerdo, tan leve que es casi inapreciable, de las ventanas del edificio.
La Criolla por Bon.
Me remonto a unas décadas antes de la aparición de La
Criolla. El número diez de la calle del Cid tiene otro motivo de interés, incluso más alto que el de ser albergue de La Criolla. En el edificio se
instaló la primera central eléctrica de España. Así
como apenas nada en la calle nos evoca La Criolla y aún eso solo si hacemos un esfuerzo
con la imaginación, tampoco nadie se ha preocupado
por indicar al transeúnte que desde este
lugar se llevó por primera vez electricidad a una zona de Barcelona. Ni una
simple placa, ni una señal. El
Ayuntamiento prefiere financiar truños como lo que ahora exhibe el
Macba, del que el ayuntamiento de Barcelona
es miembro principal de su patronato y uno de los que pagan las facturas de la
entidad, esa cosa que remeda al anterior rey de España siendo enculado por una
mujer, antes que colocar una humilde placa que indique que desde aquí, el número 10 de la calle del
Cid, por primera vez llegó la luz a la ciudad.
Recordemos. En 1881, se fundó la Sociedad Española de Electricidad, la primera empresa eléctrica de España, con la finalidad de proporcionar alumbrado a las calles y energía eléctrica a fábricas y comercios.
Según L'Electricien,
esta empresa era la sexta creada en el mundo (junto a similares en
Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York) . Garcia de la Infanta (1986).
Primeros pasos de la luz eléctrica en Madrid y otros acontecimientos. Ediciones
Fondo natural, Madrid.
La empresa instaló su primera central eléctrica en la calle
Cid 10, en los locales de lo que había sido una antigua fábrica de hilados. En esa aurora industrial de los inicios de la electricidad industrial. la Sociedad Española de Electricidad fue la sexta empresa que se constituyó en el mundo con la finalidad de proporcionar energía eléctrica a las empresas (y primera de España) y estaba
ubicada en Barcelona, en la calle del Cid, donde años más tarde estará La Criolla. Y nuestro ayuntamiento
cazando moscas. La potencia inicial era de 140 CV. A los pocos meses la capacidad
instalada superaba los 1200 CV.
El conductor que salía de la calle del Cid, descendía por
Peracamps y en Portal de Santa Madrona iba a buscar las Ramblas. De allí, salían ramales que atravesaban Conde del Asalto, San Pablo, Fernando y llegaba a la Plaza de Cataluña.
El 28 de septiembre
de 1882, por primera vez en España, y
gracias a la energía generada en la central,
hubo alumbrado eléctrico en una
calle de la ciudad, en el Paseo de Colón. De allí se fueron instalando farolas
por todas las Ramblas hasta llegar a Plaza Cataluña.
Las instalaciones de la calle del Cid se quedaron pequeñas y
la Sociedad Española de Electricidad
construyó una central en lo que se
conocía como Hortes de Sant Bertran, entre Paralelo, Vila-Vila, Cabanes y
Mata. En 1888, la sociedad decidió
cerrar las instalaciones de la calle del Cid y pasar toda su capacidad productiva a la
central de las Hortes de Sant Bertran.
¿Qué había en Cid 10 antes de la instalación de la central
eléctrica? El edificio se construye poco antes de 1846, año en que se conoce la petición de un tal Pere
Arnau al Ayuntamiento de Barcelona para aumentar la potencia de la maquinaria de la fábrica que tenía
instalada en el inmueble y que estaba
dedicada a tejídos. Posteriormente pasaría por distintos arrendatarios. Conocemos un croquis de la fachada
principal, con cinco niveles de altura y
nueve aberturas en cada nivel con forma
de ventana en arco apuntado, estructura externa que se mantendría a lo largo de
toda la existencia del edificio.
Una vez cerrada la central eléctrica y hasta la apertura de la Criolla en el año 1925, apenas hay noticias sobre el edificio salvo en
la sección de sucesos de la prensa. El
7 de febrero de 1908, la fábrica de mantas de los hermanos Pascuet sufre un incendio que las crónicas califican de
pavoroso. Se incendian los almacenes y se derrumban los
pisos. Se pierde todo el género almacenado. Por suerte, también se nos informa
que la fábrica estaba asegurada por tres compañías extranjeras.
Es de suponer que fue entonces cuando los pisos altos se habilitaron como lugar para
dormir. En Sangre en Atarazanas, Francisco Madrid escribía: “el dueño la ha industrializado. Las enormes
naves de los pisos superiores las ha convertido en piezas. Cada pieza es un
piso. En estas piezas hay de todo: la cocina, el comedor, la alcoba. On bastante
grandes y viven en ellas familias murcianas, cartageneras, andaluzas y gitanas”.
El 28 octubre 1920, el ayuntamiento autoriza a Valenti Gabarro, propietario del
edificio, a modificar tres aberturas. Este Valentí Gabarro aparecerá ya con
regularidad en relación a la historia posterior del edificio y La Criolla. Pero esto ya es tarea para próximos capítulos.
Felicitats per la brillant idea de crear un Bloc
ResponderEliminarMoltes gracies, Miquel. Una abraçada.
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