Sucede con
frecuencia que cuando se excava el suelo
de una iglesia dedicada al culto
católico, por debajo de ese nivel
se encuentran restos que prueban que
allí mismo, antes de la conversión al catolicismo de los lugareños, existió un centro religioso pagano.
Sería como
si ciertos lugares facilitaran
la expresión de un sentimiento religioso. O quizá tan solo es que cuando se cambia de Dios, se aprovechan los
elementos arquitectónicos del centro religioso anterior en aquello que se puede, porque
sale más barato reutilizar partes que echarlo todo abajo y montar la
iglesia en otro punto. Así, va subiendo el nivel de los restos y por eso debajo
de una catedral aparecen elementos de un
templo romano y más debajo de un centro ibérico.
El
fenómeno de reutilización de lugares o
estructuras no es, como bien sabemos,
privativo de los centros religiosos. Hay sitios que nada tienen que ver
con la celebración del culto, donde se
suceden niveles y niveles. La calle del
Cid número 10 es uno de ellos.
La Criolla. Revista Estampa. 1933. La flecha señala al periodista
Francisco Madrid autor de Sangre de Atarazanas.
Por debajo
del nivel temporal de La Criolla, y en el mismo lugar que ocupó más tarde la sala
de espectáculo, estuvo la primera
central eléctrica de España, inagurada
en 1882.
¿Qué hubo antes de la instalación de la central por la Sociedad Española de Electricidad en
la calle del Cid número 10?
Encuentro
otro posible uso del lugar. Varios
siglos antes, cuando buena parte de lo que mucho más tarde llegaría a ser el
barrio chino estaba sumergido en la laguna del Cagalell.
En una
reseña biográfica sobre Sor Sanxa Pérez de Cabanyes del erudito Artur
Masriera que se encuentra en la edición
del 7 de enero de 1919 de La Vanguardia,
nos cuenta Masriera como el 13 de marzo de 1393 le fue concedida a Sor Sanxa
licencia real (Carta Real existente en el Archivo de la
Corona de Aragón – Registro 1.964 fol. 60) para retirar de la horca y enterrar
en sagrado los cuerpos de los ajusticiados.
Al parecer, Sor Sanxa compungida
por el triste espectáculo de los
ahorcados balanceándose durante días en la horca con una horda de perros
a sus pies esperando que fuesen cayendo restos del fallecido para devorarlos,
solicitó tal gracia. Todo empezó, para
Sanxa, cuando tras la matanza de los judíos del Call de Barcelona en 1391, para escarmentar a los asesinos, el rey Juan
I mandó ahorcar a doce de los detenidos
por tal motivo. Eran cristianos y ver
sus restos disputados por los perros no fue del agrado de Sanxa.
Continua
Masriera levantando acta del número de ajusticiados enterrados por el celo de
Sanxa y sus compañeras. Y relaciona las horcas donde desarrollaban su actividad
piadosa. Una de esas horcas estaba situada al lado del Portal de Santa
Madrona y la añade Masriera en
el recinto que hoy ocupan los talleres de la
Compañía Barcelonesa de Electricidad. La Compañía Barcelonesa de Electricidad había
absorbido a la Sociedad Española de
Electricidad y con la sociedad todas sus propiedades. Entre ellas un gran solar
en la calle Mata donde se instaló la nueva central eléctrica que sustituiría a
la primera de la calle del Cid. La sustituyó pero la nueva compañía conservó
unos talleres en el edificio.
¿Qué recinto
señala Masriera? Solo nos da una
pista, un recinto que ocupan los
talleres de la compañía de electricidad.
No encuentro información sobre el emplazamiento preciso de una horca medieval cerca del Portal de Santa
Madrona. Si damos por cierta la
información de Masriera, solo caben dos
opciones y entre la fábrica de la calle de Mata y los talleres de la calle del
Cid no caben grandes dudas, en un lugar está la central, en el otro hay unos
talleres y de tratarse del lugar donde está la central y sus chimeneas, cuando escribe Masriera ya se levantan las tres chimeneas, me parece extraño que Masriera quisiera
referirse al solar de la central llamando a esta taller.
La central eléctrica de la calle de Mata en 1912
(Fondo Endesa)
Las dudas aún son menores si consideramos que la entrada
a la ciudad por la puerta de Trenta Claus transcurría por el camino del Arc del
Teatre (o Trenta Claus) y la horca con su efecto disuasorio sería claramente
visible de encontrarse en lo que con el tiempo sería la calle del Cid 10. No
tan visible ni tan pedagógica sería una
horca en el rectángulo delimitado por las calles Mata, Cabanes, Vila i Vila y Paralelo, más alejada
en este caso del camino.
¿Cuándo Masriera escribe su nota se mantienen los
talleres en la calle del Cid? Es
posible, pero no tengo pruebas. Al
trasladar la central eléctrica a la calle de Mata, se mantuvieron los talleres
en la calle del Cid pero desconozco hasta que año. En el año 1909 hubo un
incendio en el edificio que afectó a la primera planta y superiores donde se
encontraba la fábrica de hilados de los hermanos Pascuet. Pero al parecer el
fuego respetó la planta baja que es donde se encontrarían los talleres de continuar
en el edificio.
Dejémoslo
como hipótesis a la espera de datos mejores.
Siglos antes de que en La Criolla
la canción Ramona de Irusta ablandase el corazón de un travestido
instado a pasar a uno de los reservados por un cliente, -la música del disco ayudaría a la decisión
del boy y, sobra decirlo, la cantidad de
dinero transada-, es posible que en el
mismo lugar el viento hiciese balancear
los pies de los ahorcados.
Y pensar que
Georges Bataille viene a Barcelona a ver travestidos y por estar cerrada la
Criolla en las fechas de su estancia en la ciudad se conforma con la alternativa del
Bataclan, con la artista de turno que fuma colocándose un cigarrillo en la
vagina.
La Criolla. 1933.
Muerte,
innovaciones técnicas, sexo, el sexo que no se reproduce.
Escribe
Bataille en “La literatura y el mal”:
El erotismo es, creo
yo, la ratificación de la vida hasta en la muerte.
[…] Tanto si se trata de erotismo puro
(amor- pasión) como de sensualidad de los cuerpos,
la intensidad es mayor en la medida en que se vislumbra
la destrucción, la muerte del ser. Lo que llamamos vicio se deriva de esta
profunda implicación de la muerte. Y el tormento del amor desencarnado es tanto
más simbólico de la verdad última del amor cuando la muerte aproxima y hiere a aquellos a los
que el amor une.
Hay lugares que de siempre y sin esfuerzo, saben lo que llegó a saber Bataille.
La Criolla. Gabriel Casas i Galobardes. Sin año
La Criolla. Revista Estampa. 1934
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