sábado, 20 de agosto de 2016

La Criolla (introducción)

                                                            Josep Maria Sagarra. Carnaval de 1932 en la Criolla


En su corta existencia como local abierto al público, trece años, quizás tan solo once si excluimos el periodo de la guerra civil, La Criolla genera literatura, mucha literatura. Una jartá de literatura.
 
De los periodistas, escritores, cronistas, memorialistas que viven en Barcelona, o que no viviendo recalan en la ciudad en los años veinte y treinta, pocos se libran de la tentación de abrevar en las aguas corrompidas de La Criolla.
 
Y siendo tan numerosos los textos, apenas se encuentra en ellos sino una reiteración de lo mismo que dijeron otros antes. Se describe La Criolla que ya se “conoce” por referencias anteriores, la que se tiene en mente antes de visitar el lugar. Son artículos que tienen preparada la respuesta, la respuesta tópica, antes de que se formule la pregunta.
                                              Casas i Galobardes. Años treinta sin mayor precisión. Palcos de La Criolla.


Eso, si el escritor llega a entrar en la sala. Hay a quien le sale una crónica sin haber pisado su interior, ni siquiera le es preciso copiar. Todos saben que se cuece en el local, y es que La Criolla opera como una forma platónica y se puede describir una La Criolla ideal con tan solo emplear los pocos tópicos que sirven para caracterizar el antro. Las diferencias entre unos artículos y otros son más por el distinto modo en que el articulista combina los tópicos, que por otro motivo.  
 
Comentarios, citas, escritos, literatura alrededor de La Criolla, la permutación de unos pocos elementos se convierte en retrato costumbrista: Travestis, apaches, la cocó o mandanga, Paco el de La Criolla, Lluiset, orquesta estridente, baile endiablado, sudor y calor. Los más osados introducen a los anarquistas. 
                                                                  Agusti Centelles - La Criolla 1934
 
 
Alguno, no respetando las convenciones del género se desliza por un delirio inventivo, como aquel Max Massot redactor de Le Journal, que en 1933 escribe en su periódico que en La Criolla se baila con frenesí la danza catalana. Cabe suponer que se refería a la sardana. 
 
¿Y que decir del orgullo que nace del tópico?. Tenemos en Barcelona el antro más canalla de todo el planeta. “En mi vida he visto una cosa parecida, ni en Saigón, ni en Shangai, ni en Port-Said”. Es lo que le hace decir el reportero a Douglas Fairbanks padre al visitar la Criolla.
 
En Barcelona tenemos lo más de lo más en sordidez y sexo, que coño. Que se entere el mundo.
 
No es diferente Jean Genet en el Diario del ladrón disfrazado de mujer y llegando a una cota histérica cuando alguien le pisa el vestido. ¿homosexual y La Criolla? No hay ninguna duda, se viste de mujer y se comporta como la caricatura de mujer que el tópico reserva para los homosexuales.
                                                                      Casas i Galobardes. La Criolla.
 
La sociedad bienestante hace suyo el relato costumbrista y La Criolla se convierte en un punto de encuentro entre el bajo mundo del barrio chino y gente más adinerada que por unas horas quiere refrotarse con la canalla sin que la aventura haya de suponer mayores riesgos que el pago de unas consumiciones.
 
Poco más. Leemos y leemos y no tenemos claro que hay de cierto y cuanto de distorsionado cuando no de inventado; en cualquier caso continuamos sin saber cuando se abre el local, cuando se modifica, en que consistieron las modificaciones, como era su interior, cuantas veces lo cerraron, quienes eran sus dueños...
 
No me extraña la falta de información, ¿a quien le pueden importar una higa los datos históricos de La Criolla?. Importa de La Criolla que se subraye lo ya conocido, lo que confirma aquello que lo hace reconocible. El dato folcklórico, la maricona que araña y aúlla rabiosa.
                                                                        Casas i Galobardes. La Criolla.
 
 
 
El motivo de la fascinación de La Criolla entre la clase intelectual y la burguesía que busca emociones controladas, ese señalar lo inusual de La Criolla, ese que ni en Port Said lo he encontrado, es la presencia libre de homosexuales que se visten de mujer. No hay otra. No son las menores que se prostituyen, que las hay y lo sabemos porque las trincan en alguna redada y aparecen en la crónicas judiciales. No es la cocaína, hay cocaina en La Criolla, eso se dice, pero como la hay en tantos antros del barrio chino. No son los apaches que se desparraman por toda la zona, ni la mezcla de burgueses avidos de sensaciones y pequeña delincuencia. El hecho diferencial es la proliferación de homosexuales bailando tranquilamente, alguno travestido de mujer. Esa cantidad de homosexuales que no esconden su condición, es lo que para escritores y periodistas, ni que decir tiene que para las buenas gentes de Barcelona, señala a La Criolla como el lugar más emputecido del planeta.
 
      Casas i Galobardes. Detrás de la columna de la derecha, con camisa y corbata, sentado al lado de unos marineros, Pepe el de La Criolla. El factótum del local.
 
Alguien tan al limite como Bataille, una persona que pensó llevar a cabo un sacrificio humano para fundar una comunidad sagrada, cuando viaja a Barcelona en 1935, acude en dos ocasiones a la Criolla, que no llega a conocer porque la encuentra cerrada por obras. Se desquita haciendo que en El azul del cielo, el protagonista acuda dos veces al local, y recreando el comportamiento de Simone Weil en el garito, que aparece bajo la forma de Lazare. Simone Weil tan mística, acudiendo de forma habitual a la Criolla, eso le cuenta a Bataille el trotskista Aimee Patri, acompañante de Simone en sus correrías por el barrio chino. Todo ello, ese afán por visitar de Bataille, esa reiteración en la visita de Simone Weil, todo, para ver travestis.
                                                  La Muda. Una de las habituales de La Criolla. Revista Estampa 1933
 
 
Los travestidos de La Criolla se dejan querer, también es verdad que viven de la fama que rodea al antro, y alguna vez, con mucha más sutileza que la que puedan aportar los intelectuales, los empitonan. No va a ser tan solo el intelectual el que disfrute del juego. Los travestidos juegan y se ríen del que va a verlos como quien entra en un zoo.
 
Así sucede con Jacinto Benavente que, como no, durante una estancia en Barcelona visita La Criolla En la pista cantaba el Nancy. Terminada que fue la actuación y premiada con ardorosa ovación, el Nancy dijo a los espectadores: Me complazco gustosa en recoger estos aplausos cariñosos que no creo merecer y los dedico de todo corazón al ilustre dramaturgo don Jacinto Benavente, nuestro gran maestro que nos honra con su presencia y a quien debemos todo lo que somos.
Esto es profesionalidad, saber estar y vacilar todo lo que se quiere y más.



martes, 9 de agosto de 2016

Clínicas de enfermedades venéreas, tiendas de preservativos.

                     La Especial. Tienda de gomas en la calle Barbará, 22. Casas i Galobardes. Años treinta.



Desde que los barceloneses lo llamaban barrios bajos, es decir, desde sus orígenes como lugar habitado dentro de la trama de la ciudad, y hasta el presente en que perdido el nombre que lo hizo conocido en todo el mundo forma parte del Raval, el barrio chino siempre ha llevado aparejado, ocioso es decirlo, una gran oferta de sexo mercenario.

El tratamiento poco eficaz contra sífilis y gonorrea que convertía a los infectados en enfermos crónicos; la prevención de las prostitutas a visitarse en el dispensario municipal de sanidad por el temor a que una consulta médica derivase en un internamiento forzoso en el Hospital de la Magdalena (1) de lo que se seguía que un porcentaje de prostitutas enfermas continuaba trabajando; el desconocimiento de las vías de contagio de la sífilis (hasta que en 1905 se detecta el treponema en el fluido orgánico de un enfermo, se ignoraba la causa de la enfermedad); la gran oferta de sexo del barrio, todo ello llevó a una alta demanda de los servicios de las clínicas de enfermedades venéreas o como decía algún anuncio, enfermedades secretas.

Clínicas que durante el primer tercio del siglo, que es el periodo de tiempo que más interesa a este blog, disponían de un arsenal terapeútico limitado para tratar las enfermedades venéreas más usuales, sífilis y gonorrea. Faltaban años para que el descubrimiento de la penicilina se tradujese en una incorporación del antibiótico a la gavilla de tratamientos contra la sífilis. La sífilis se trataba con mercurio, poco eficaz y muy tóxico, y desde 1910 con Salvarsan (2).

Para la gonorrea eran usuales los lavados con permanganato de potasio o las cauterizaciones con nitrato de plata. Tratamientos dolorosos amén de poco eficaces. Hay un capítulo escalofriante en Los Thibault del premio nobel de literatura Roger Martin du Gard. El hermano mayor de la familia Thibault, que es médico, trata con nitrato de plata la gonorrea de un alto funcionario de estado, y a pesar de la anestesia previa con cocaina, el hombre sufre lo indecible. Yo leía la novela y se me encogía hasta un punto sorprendente aquel órgano corporal que en la novela es cauterizado con el nitrato de plata.

Junto a las clínicas de enfermedades venéreas, en el barrio chino se encontraba una oferta generosa de otros establecimientos destinados a impedir o a paliar las consecuencias no deseadas de los lances venusinos. Las tiendas de condones, por lo general llamadas gomas en los anuncios. Las farmacias que vendían apiolina para favorecer la menstruación, incluso si la mujer estaba embarazada. Con frecuencia, todos estos servicios, diagnóstico, asistencia médica, preservativos, irrigaciones a las embarazadas se ofrecían en el mismo local. Había farmacias que proporcionaban gomas, vendían la apiolina y en la rebotica aplicaban lavados o irrigaciones.
 
 
                                         Anuncio en La Farmacia Española. 1917
 
 

Los proveedores de servicios para cubrir las variadas demandas que generaban las enfermedades de transmisión sexual, se encontraban en todo el casco viejo, también en otros puntos de la ciudad, pero la mayor concentración tenía lugar en el por llamarlo de algún modo campo de batalla.

Relaciono las clínicas, establecimientos de gomas y aquellas farmacias que se anuncian ofreciendo alguno de los servicios anteriores en el barrio chino.

Entendiendo barrio chino en un sentido más amplio del que tuvo en la preguerra. El trapecio comprendido entre el Portal de Santa Madrona, Paralelo, Rambla de Santa Mónica y Conde del Asalto, lo que podría llamarse el barrio chino canónico, lo extiendo hasta la calle del Hospital que recoge tanto la zona que conocemos como el barrio chino de antes y el de después de la guerra. Los locales de sexo ya se encontraban en los años veinte y treinta del siglo pasado en varias de las calles del barrio chino de postguerra, San Ramón, Unión y Barbará, Robador, San Olegario, si bien no con el vuelo que tomaron tras la guerra.

Extiendo la pesquisa a la zona citada, pero como siempre durante el periodo anterior a la finalización de la guerra civil. En lo que conozco, indico año del que se tiene constancia de la actividad del establecimiento.




Calle Arco del Teatro.

-La Japonesa. Arco del Teatro, 1. (año 1924 a años sesenta).  De La Japonesa hablamos aquí: La Japonesa

-Antigua Farmacia Catalana.  Arco del Teatro, 24 y Este, 20. (año 1908). Curación de enfermedades secretas. Prontitud y economía.



Calle Barbará.

-Dr. Motilla. Barbará, 16. (año 1933 ). Venéreo y sífilis.
 
 
 
-La Especial. Barbará, 24. (año 1932). La Especial alardea en sus anuncios de prensa de ser la única casa en Barcelona que enseña un procedimiento infalible para comprar preservativos y el modo de usarlos para no enfermar. Lo que ahora llamaríamos un tutorial.



Calle del Cid.
 
Las dos casas de gomas que conozco están frente a La Criolla, a uno y otro extremo del local.

-Siempre Alerta. Tocando a la calle Peracamps. (año 1934).
     


-La Holandesa. Cid, 11. (año 1932). Cerca de la esquina con la calle de la Mina.
 

                            1932. Frente a La Criolla, se ve un letrero perpenticular a la pared donde se puede leer GOMAS. Muy probablemente se trate de La Holandesa.
 
 
 
Calle Conde del Asalto.

-Clinica Fontova. Conde del Asalto, 4 (año 1932). Tratan blenorragia (y garantizan su curación. Eso es poderio, máxime cuando en la fecha del anuncio no se conoce un tratamiento resolutivo). También tocan la avariosis (uno de los nombres de la sífilis).



-Clinica Barcelona. Conde del Asalto, 7. Drs Paituvi y Gisbert. Enfermedades venéreas. No conozco los años en que se mantuvo operativo el establecimiento.

-Clínica Dr. Torra Bassols. Conde del Asalto, 8 (año 1929). Males secretos.
     
     
     
     
     
     
     
    -Clinica Dr. Gallego. Conde del Asalto, 18 (años 1910 a 1932). Ya en 1910 utiliza el 606.
     
                                                                           Año 1910.
     

     
     
    -Instituto Medical Dermatológico y Electrotécnico del Dr. Lamarca Piñol. Conde del Asalto, 23 (año 1923). Enfermedades secretas.
     
     
     
     
    -Farmacia Paradell. Conde del Asalto, 28 (años 1914 a 1931). Las purgaciones (blenorragia) no resisten a los tratamientos Paradell. Las cabras (ladillas) exterminadas. Lavados.
     
     
     
     
     
    -Consulta médica. Conde del Asalto, 36 (año 1931). Curación radical de la sífilis con el método Fournier-Danforth (ni idea del método).
     
     
     
     
    -Clinica Universal. Conde del Asalto, 68 (año 1938). Sífilis. Purgaciones. Curación radical por un método electro-medico al que llaman ionización permanganica.
     
     
     

    -Clinica La Corona. Conde del Asalto, 95 (años 1928 a 1938). Enfermedades venéreas.
    Impotencia. Gomas higiénicas alemanas.





Calle Espalter

-Gomas La Mundial. Espalter, 6 (años 1925 a 1934). Calcetines reforzados para un solo pie. Por otro lado, es la única casa en España con un seguro contra rotura. ¿en que consiste el seguro? En un lavaje en el caso de que se rompa el preservativo.


                                                                                      1925
 
 
 
 
Calle Hospital

-Farmacia Minerva. Hospital, 70 (años 1933 a 1935). Lo usual, tratamientos novedosos y radicales contra la blenorragia. Impotencia. ¡Camaradas!Si eres lector de Solidaridad Obrera, presentando un recorte del anuncio inserto en las páginas del periódico, se te hace un descuento.


 



Calle del Portal de Santa Madrona

-Gomas higiénicas La Alemana. Portal de Santa Madrona, 8 (1935). Los preservativos se venden por gruesas, por docenas y por unidades. Los hay lavables y reforzados.


 

Calle Robador

-Gomas La Cosmopolita. Robador, 43 (1929). Preservativos, liquido y polvo para ladillas. Se venden cigarrillos Saphir que por el contexto en que se publicita (y porque cigarrillos los ofrecen otras casas de gomas) ha de tratarse de un tratamiento para alguna venérea. Pero no consigo información sobre los cigarrillos para tratar  (en mi hipótesis) las enfermedades secretas.



-La Bola de Oro. Robador, 47 (1929 a 1935). Se cuenta,  que el dueño del establecimiento,  homosexual, en ocasiones terminaba el lavado del cliente asustado con el riesgo de haberse contagiado, por medio de una felación. Como lo cuentan lo digo, aunque me parece una anécdota propia de una leyenda urbana. En 1935, el Colegio de Médicos de Barcelona sanciona a una persona del local de nombre Joan Vaquer a una multa de 250 pta por intrusismo profesional. Puede que se trate del dueño y en tal caso, seria la persona sobre la que recae la sospecha de actuar felatoriamente con sus clientes.

 
 
                           Butlleti del Sindicat de Metges de Catalulnya. Octubre de 1935.
 
 
 
 
Calle de San Olegario

-Gomas La Normanda. San Olegario, 22 (1932). Comercializan las gomas alemanas Krup, suaves como un guante.


 

Calle San Pablo

-Clinica Fargas Pellicer, antes conocida como Farmacia Inglesa. San Pablo, 18 (1922 a 1935). Lo usual, venéreas.

                                                                            1922
 
 
                                                                          1935


-Instituto Uro-Dermico del Dr. Montaña. San Pablo, 28 (1922). En el mismo edificio, en 1927 se anuncia el Dr. R. Domingo. Ambos tratan venéreas.


                        Tras el organillero, en el chaflán, se aprecia la entrada al número 28 de San Pablo.
 
 
Clinica Oriental o Gran Clínica Oriental (según el anuncio). San Pablo, 53 (1925 a 1929). Todo tipo de venéreas, impotencia, lavados, gomas. Se ofrece entrada reservada en la clínica por escalerilla propia si no se quiere perder la intimidad.


 

 

Clínica Casa de Salud. San Pablo, 66 (1931). Venéreas. Se aplica el 606 y el 914.



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Calle de San Ramón.

La Mascota. San Ramón, 1 (1923). La que se anuncia con los dibujos más interesantes en la prensa de Barcelona. Quizá porque su propietario era Ramón Ballesté i Ferre, dibujante de Papitu y La Tuies.  La tienda dedicada en exclusividad a la venta de preservativos y polvos para ladillas.

Un familiar de Ramón Ballesté tiene un blog de lo más interesante en homenaje a su abuelo.  Aquí: La Mascota

Para información exhaustiva de la tienda de gomas La Mascota, encarezco que se entre en el blog sobre Ramón Ballesté. Yo subo unos cuantos anuncios. El primero de ellos un dibujo de Opisso.

                                                    Papitu. Calendario. 1932.










La Ideal. San Ramón, 29 (1929 en adelante). Gomas, cabras, lavados.










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(1) – Hospital de la Magdalena. Sifilicomio inaugurado en 1923 y fruto del empeño del general Martinez Anido por dotar a la ciudad de una institución cerrada donde las prostitutas enfermas fuesen atendidas y su problema de salud resuelto.


(2) – Salvarsán, un derivado del arsénico ideado por Ehrlich. También conocido como 606 por tratarse del compuesto número 606 de las tentativas del laboratorio de Ehrlich por encontrar una cura a la sífilis. Antes del 606, Ehrlich experimentó con 605 preparados distintos. Eso es constancia y eso es tener una idea claro de lo que buscas, como hallarlo y no rendirse ante los fracasos.

viernes, 5 de agosto de 2016

La policía captura en un piso de la calle Arco del Teatro el mayor alijo de cocaína encontrado nunca en la Barcelona de preguerra


                                                         Revista Crónica. 1935
 
 
Hasta la primera guerra mundial, en Barcelona era infrecuente el uso de cocaina con finalidades no terapeúticas (para colocarse, vamos). Algún médico que, al igual que Sigmund Freud,  usaba del tóxico como estimulante, para dormir menos, y pocos la  empleaban  como elemento de diversión.
 
Se inicia la primera guerra mundial y Barcelona se llena de cocottes francesas dispuestas a vaciar los bolsillos de una burguesía catalana que ve en el conflicto una ocasión de enriquecerse. Parisinas que llegan acompañadas de una cajita de polvo blanco que al inhalarla provoca risas. La cocaína se convierte entonces en una sustancia cuyo uso denota elegancia, estar a la última, saber vivir la vida, conocer los ambientes canallas de Barcelona. En fin, todo lo que los corridos de Barcelona quieren aparentar (corrido es el nombre que los barceloneses de antes de la guerra civil dan a la persona que se corre las juergas).

Tras la contienda mundial, el Tratado de Versalles aprueba una serie de medidas para luchar contra el tráfico y uso de drogas, en particular morfina y cocaina. España, en tanto que miembro de la Sociedad de Naciones, organismo creado por acuerdo de los países firmantes del Tratado de Versalles, asume los compromisos aprobados contra el tráfico de drogas y desde entonces, tomar cocaina se convierte en una conducta que bordea lo ilegal lo que para muchos la hace más interesante. En los locales de Barcelona se continua trapicheando con cocaína. Una cocaina, que es de mucha peor calidad que la que se conseguía unos años antes. Para aumentar las ganancias, los pequeños traficantes la cortan con ácido bórico y de vez en cuando con novocaina. Se corta tantas veces que muchas veces lo que se compra apenas lleva trazas de cocaína.

                                                                   Revista Estampa. 1930


Una de las zonas donde hay más traficantes es la zona del barrio chino. Las calles alrededor de Arco del Teatro son lugares donde acude quien quiere comprar la sustancia prohibida. Los travestis de la calles del Cid y Mediodia aparecen con frecuencia en las notas policiacas y en las crónicas periodísticas que dan cuenta de la actividad de los tribunales de justicia como vendedores al menudeo de cocaina. La Francisquita, la Iris, la Canaria... un largo etc de apodos femeninos para los pequeños traficantes detenidos. La cocaina se conoce en el argot como mandanga (mandanga chachi cuando es de mayor calidad) o cocó.
 
  
                                   Opisso. Esquella de la Torratxa. 1927. Sobre los estragos de la cocaína.

Y dicho lo que antecede a modo de introducción, vamos a por la captura del mayor alijo de droga encontrado por la policía en Barcelona antes de la guerra civil.




Septiembre de 1935. En un servicio de los funcionarios de policía Franquero y Laguardia, son detenidos en una taberna de la calle Raulic cuatro miembros de la banda del Malaguita y el dueño del local. El Malaguita es un viejo conocido de la policía y prensa. No pasa año en que no aparezca su nombre como autor de tropelías que lo llevan ante la justicia. Estafador, traficante de droga, denunciado por los hoteleros donde se aloja porque además de no pagar la cuenta del establecimiento, roba la ropa de cama del cuarto... El retrato que me hago de la lectura de las siete u ocho notas de prensa que encuentro sobre sus actividades al margen de la ley, es que se trata de un delincuente de la clase más baja que afana donde puede para ir pasando.

Al parecer, así lo indica el relato policial de lo que sucedió en septiembre de 1935, lidera una banda. Esa condición de jefe de una banda choca con mi impresión de que el Malaguita viene a ocupar uno de los escalones más bajos de la clase de los delincuentes.

Franquero y Laguardia acuden a un figón de la calle Raurich como supuestos comprador y financiador de la compra de una cantidad de cocaina. Malaguita se encuentra, como es usual en su caso, en prisión, y los policías han falsificado su letra y redactado una nota para Francisco Peinado alias Trompito que es el lugarteniente de Malaguita, en la que Malaguita le manda que se les venda a los supuestos compradores una cantidad de droga. Llegados los dos policías al bar donde se ha reunido toda la banda, se identifican como agentes del orden y detienen a los cuatro que encuentran en el establecimiento y de paso al dueño de la taberna al encontrar en el registro que hacen un paquete con treinta cartones de tabaco Lucky adulterado. Es tan cutre la escena que rodea al alijo de la droga, que recuerda al Depa Carel.li del Antaviana de los cuentos de Pere Calders cuando le ofrece a su conciencia un Lucky para demostrar lo rumboso y lo bien que le ha ido en la vida.

Cuenta la policía, y lo recogen todos los periodicos, que “alguien”, en los interrogatorios menciona a un tal Miguel Martinez Martinez, pescadero, que vive en Conde del Asalto. Detenido el pescadero, e interrogado, menciona en sus declaraciones el piso donde vivía antes, en la calle Arco del Teatro, 40. Es allí donde se dirigen los funcionarios de policia y encuentran en una de las habitaciones, tras un tabique, la droga.


Revista Crónica. Entrada al número 40 de la calle Arco del Teatro. Fot: Torrents.



Seis frascos con 500 gr., tres frascos con 250 gr. y doce de 100 gr. de cocaina; 45 frascos con 100 gr. y 6 con 50 gr. de morfina. Una cantidad muy importante que la policía calcula que puesta en la calle hubiese alcanzado un precio de medio millón de pesetas.

                                                 Revista Crónica. Fot: Torrents.


Todo suena algo raro. De la detención de cuatro pequeños delincuentes que querían vender cocaina a los policias, o a lo mejor estafarles ofreciendo ácido bórico a precio de cocaína, pasamos a otra persona de la que desconocemos si tiene relación con los primeros, que conduce a los funcionarios a un lugar donde se encuentra una cantidad importante de droga. Alguien se ha chivado o alguien pide inmunidad para algún delito a cambio de dar información a la policia o es la propia policía la que encuentra lo que antes ha colocado en la habitación.

La prensa ya no dice nada más. No es de extrañar. Se encuentra bajo censura previa gubernativa y en ciertos asuntos se limita a transcribir casi literalmente lo que informa la policía sin entrar en mayores honduras. En las crónica queda como el desmantelamiento de la banda que traficaba con mayor cantidad de droga en Barcelona.



 
Relato de la aprehensión en La Publicidad. 1 de octubre de 1935. El resto de periódicos hace una descripción idéntica a esta que subo, con algún cambio de redacción. Probablemente todos ellos se hayan limitado a transcribir la nota policial.