domingo, 27 de diciembre de 2015

La revuelta de las mujeres. Barcelona, enero de 1918


                                                          Calle del Olmo. Margaret Michaelis. 1933

Al sur del barrio chino, en la frontera con el Paralelo,  hay un grupo de calles que  brilla poco en la historia de los barrios bajos de Barcelona. Son las calles de Santa Madrona, Olmo y San Beltrán. Estrechas,  sucias de los restos del mercado de alimentos que ocupa las calles por las mañanas,  bulle en ellas  la misma vida que en el resto del barrio chino:   una suma de tabernas en los bajos de edificios que en muchos casos antes fueron fábricas, donde se hacinan inmigrantes del sur de España.  Las diferencia  del resto de calles  que no hay una sala de espectáculos que las saque del anonimato como sucede con La Criolla o Cal Manquet o el Villa Rosa de sus hermanas,  y  su aparición en la prensa  toma la forma de crónica de sucesos, alguien apuñala a otro,  un macarra le ajusta las cuentas a una de sus pupilas,  o uno de los muchos niños es atropellado por un vehículo. 

                                                Calle San Beltrán. Desconozco el autor y la fecha. 


Los anarquistas que ocupan un local en la calle del Olmo consiguen que  la rabia que tienen los habitantes de estas calles,  en cuya base  tiene mucho que ver una vida  casi siempre al límite de la subsistencia,  en lugar de dirigida contra sus vecinos la vayan canalizando y  orientando a una lucha contra la burguesía. Con el tiempo,  tanto de estas calles como de las del resto del barrio chino y de todo el distrito V, saldrán pelotones  de proletarios que se enfrentarán a muerte con el ejército en una cualquiera de las huelgas que llenan la historia de la ciudad de Barcelona en las primeras décadas del siglo pasado.
Siendo tan anodinas,  aquí, en las calles que he nombrado,  cristalizó una revuelta de mujeres. La única que conozco en la que las mujeres no quisieron ser acompañadas, ni siquiera apoyadas por los varones.  Una revuelta que puso en jaque a toda la ciudad de Barcelona y que duró más de dos semanas.

Sucedió en enero de 1918. Durante los años de la primera guerra mundial, los productos  básicos de consumo, pan, carbón, aceite, patatas, bacalao,  habían subido por encima de  los sueldos de una población que estaba al límite casi de la supervivencia. En enero de aquel año, pocos días antes de la revuelta que voy a comentar,  la Junta de Subsistencias había establecido un precio para el carbón  que los tenderos no estaban dispuestos a respetar, por lo que apenas se encontraba carbón a precio tasado y tan solo se conseguía carbón a un precio superior en un 33% al acordado por la junta. Se caldearon los ánimos.

El jueves 10 de enero,   escribe el redactor de  El Diluvio,  a las diez de la mañana, Amalia Alegre, una vecina de la calle del Olmo, cuelga en la calle  un papel en donde convoca a todas las mujeres  a dirigirse en manifestación al gobierno civil para protestar por la falta de subsistencias a precio tasado.  Pronto se reúnen unas 500 mujeres que desde la calle del Olmo se dirigen por Arco del Teatro hasta Cires y de ahí llegan a Conde del Asalto desde donde acceden a las Ramblas.  Una fotografía publicada en La Hormiga de Oro las situa en la Plaza de Santa María, frente a la iglesia de Santa Maria. Por el Paseo de Colón llegan al gobierno civil.

                                                                       La Hormiga de Oro 


De la manifestación se destaca una comisión de cinco mujeres presidida por Amalia Alegre que  es recibida por el gobernador Auñón,  al que le piden  que se respeten los precios estipulados por la Junta de Subsistencias  para los productos de consumo y que no se acaparen los alimentos  en los almacenes a la espera de una subida de precios. El gobernador promete que llegaran los productos a las tiendas y que se venderán al precio tasado. 

Por la tarde,  otra manifestación de mujeres, en esta ocasión acompañadas de sus hijos pequeños,  acude de nuevo al gobierno civil. A todo esto, en varias carbonerías que venden el carbón más caro que lo establecido por la junta se producen disturbios y  hay  dueños de establecimientos que han de salir por piernas.

                                  Haciendo cola delante de una carbonería. Mundo Gráfico. 

Ese fue el día más tranquilo.

Al día siguiente, a media tarde, se concentra un grupo numeroso de mujeres en el Paralelo gritando contra los acaparadores y la falta de subsistencias.  Rechazan a los hombres que quieren unirse a la concentración –ese será un dato característico durante toda la revuelta, las mujeres no aceptan el apoyo de los varones en su protesta- y deciden cerrar todos los locales de espectáculo del Paralelo. Entran en un local, rompen los cristales,  desalojan a los espectadores  y piden a las artistas que se unan a la protesta, lo que consiguen en la mayor parte de los casos.

Del Paralelo se dirigen a Conde del Asalto en donde cierran todos los locales. En el Eden Concert no solo rompen  los cristales, sino que no dejan pieza de vajilla entera. Mayor es el desperfecto en el Alcazar Español de la calle Unión. Advertido el propietario de que se acercan las manifestantes, cierra las persianas de hierro.  Las manifestantes rompen las puertas a hachazos (esa es la versión de El Diluvio, en otro medio hablan de martillazos), entran en el local y rompen lo que encuentran a su paso.   Por las Ramblas llegan a los almacenes El Siglo en donde una comisión pide al dueño que cierre el local y se les unan las dependientas. Ante el rechazo inicial a su propuesta, la respuesta de las manifestantes  es  la  que ya conocemos. Rotura de escaparates y mobiliario. El dueño de El Siglo, ante el cariz que toma la situación se compromete a cerrar de inmediato la tienda. Los tranvías que circulan por las Ramblas  son detenidos,  se obliga a bajar  a las mujeres que encuentran en el interior  y se les pide que se unan a la protesta. Si alguna se niega  es persuadida a bofetadas.
Se trata de un movimiento sin otros dirigentes que aquellas mujeres cuyo mayor arrojo y capacidad oratoria las pone al frente de las manifestaciones.  Un movimiento sin dirección clara y sin una estrategia.  Puro enojo causado por una situación de penuria.  

Por la mañana han cerrado varias fábricas del Distrito V con mayoría de trabajadoras.  Y en la calle de San Pablo una manifestación de las trabajadoras de las fábricas de la calle Amelia, Riereta, San Pablo, San Paciano y San Jerónimo, recorre las calles encabezada por Amalia Alegre que lleva un cartel donde  pone: ¡Abajo las subsistencias!. ¡Fuera los acaparadores!. ¡Mujeres a la calle, a defenderse del hambre y a poner remedio al mal!. ¡Por humanidad, a la calle todas!.

Por la noche se repite la manifestación de mujeres que de nuevo obliga a cerrar las salas de espectáculos del  Paralelo y Distrito V.

Ante el acuerdo tomado en asamblea por los estudiantes de sumarse a las protestas, una comisión de mujeres se dirige a los periódicos para que estos informen que  no aceptarán la incorporación de varones.  Prefieren continuar ellas solas la revuelta.  

El lunes, 14 de enero,  varios miles de trabajadoras que El Diluvio calcula en 14.000 han abandonado el trabajo en las fábricas y sumado a la protesta.   La guardia civil recorre las calles a caballo y se ha acuartelado a las tropas. Las fuerzas de seguridad custodian los mercados. 

                                                 Mercado de la Boquería custodiado por la guardia civil. 




Comisiones de mujeres recorren los barrios de Sans, Gracia y San Andrés pidiendo a las mujeres que trabajan que se les unan y a la vez rechazando el apoyo de los varones. A los hombres se les dice que sigan trabajando pues ellas solas son capaces de lograr lo que se han propuesto.  Una manifestación de unas 4.000 mujeres se dirige a la Plaza Real en donde  se improvisa un mitin.

La tarde de aquel lunes,  una manifestación  de al menos 5.000 mujeres  acude al gobierno civil  donde tiene lugar una reunión de la Junta de Subsistencias que estudia la posibilidad de aumentar la llegada a Barcelona de artículos de primera necesidad. El ímpetu de las mujeres consigue  vencer la resistencia de los guardias de seguridad que se encuentran custodiando la entrada al edificio y en tropel suben las escaleras para hablar con el gobernador. Viendo el cariz que toma el asunto, el gobernador manda desalojar la escalera repleta de mujeres y la presión entre las que temerosas de resultar heridas quieren bajar y el empuje que desde abajo aplica el resto de mujeres,  hace que se desprenda la baranda de hierro, cayendo  un grupo de mujeres. Piernas fracturadas, conmociones cerebrales,  varias de ellas heridas. Por suerte no muere ninguna. En las calles de Barcelona, grupos de mujeres asaltan tahonas,  paran carros de carbón y los vacían, entran en las carnicerías buscando alimentos.

                                                                           La Hormiga de Oro

El miércoles, el paro en las fábricas es masivo.  En las calles, los establecimientos de alimentación no abren.  Hay múltiples asaltos a carbonerías,   así como a tahonas y carnicerías. En algunos  establecimientos, los dueños se defienden a tiros del intento de asalto.   

Aquella tarde, Amalia Alegre acude a la redacción de El Diluvio denunciando que un grupo de mujeres le quiere cortar el pescuezo (sic) porque la acusan de haber sido comprada por el gobernador civil, recibiendo 600 duros para que no continue  capitaneando las protestas. A esas acusaciones, Amalia explica a El Diluvio que ella, Amalia, había tenido la intención de alcanzar el objetivo de aumentar la cantidad de subsistencias en venta  y de abaratar su precio por medios pacíficos y legales, y viendo el cariz que tomaba la protesta  se había retirado. O sea, que sí, que algo de razón tienen las que la acusan.

El jueves, se celebra un mitin en El Globo Cautivo del Salón  de San Juan. No se permite la entrada a los varones excepto periodistas acreditados.  Se aprueban varias medidas (subsistencias al mismo precio que antes de la guerra, reducción del alquiler en un 20%, readmitir a los 6.000 trabajadores del transporte que habían sido despedidos por entender que una de las razones del aumento del precio de las subsistencias era el encarecimiento del transporte. Acuden al gobierno civil a parlamentar y presentar los acuerdos del mitin,  y recibidas por el gobernador les dice que ALGO se haría.
El viernes se calcula en 20.000 trabajadoras las que secundan el paro. Sagrera, San Martin,  San Andrés. Pueblo Nuevo se suman al paro.

El sábado se publica un bando del gobierno civil prohibiendo la exportación desde Barcelona de una serie de artículos de primera necesidad, dictando los precios para la venta al público de los alimentos y subsistencias más utilizadas por los trabajadores,  y dando curso a una serie de decisiones para impedir que dichas subsistencias pudieran permanecer almacenadas a la espera de que subiese su precio. Una comisión de mujeres, entre las que aparece Amalia Alegre, se reúne con el gobernador, aprueba el bando y toma la resolución de desconvocar la huelga.

Dos muestras de la tensión con la que se desarrolla la venta en los comercios en El Diluvio del día 24 de enero.  Las subo porque suceden en el barrio chino, pero similares sucesos están pasando en toda la ciudad durante toda la semana del 18 al 24 de enero. 





El domingo los movimientos son varios;  por un lado, comisiones de tenderos, de abastecedores, de ultramarinos, acuden al gobierno civil en solicitud de que se anule el bando puesto que al precio  al que se había fijado la venta de algunos productos, haría que vendiesen por debajo del precio de compra. Por otro, hay un mitin en el cine Montaña en donde se rechaza el bando y se desautoriza a la comisión de mujeres que aprobó el bando del gobernador del día anterior, por entender que las medidas no son suficientes. El mitin finaliza llamando a continuar la huelga al día siguiente.


Empieza la tercera semana del conflicto sin visos de solución. Los comerciantes o no tienen género en las tiendas para no tener que venderlo al precio tasado o se niegan a venderlo por debajo de determinado precio. Para no  colocar mercancía en sus tiendas han hecho desaparecer los carros que surtían a las tiendas desde los almacenes.  Son detenidos varios comerciantes  que se niegan a abrir la tienda o por no querer vender al precio tasado. La casa de aceites Salat con una tienda importante en Rambla Canaletas es de las que  no quiere vender el aceite al precio fijado y ante la irrupción de un grupo de mujeres que exige el precio convenido, las golpean y la fuerza pública detiene al encargado de la tienda.

Se suman las llamadas señoras al conflicto, la por entonces aún poco numerosa clase media. Todos las llaman señoras y así se identifican ellas.  Hacen llegar una nota a la prensa expresando la necesidad de abaratar las subsistencias y los alquileres, sobre todo los alquileres,  y convocando a su grupo al Salón de San Juan el siguiente jueves para dirigirse en manifestación al gobierno civil.  En el resto de España hay disturbios por el mismo motivo en La Coruña,  Alicante y Málaga.

Aumenta el número de fábricas en paro.  En muchas de las fábricas con personal de ambos sexos, la falta de mujeres impide continuar la producción, por lo que han de parar a su vez los hombres.  Se extiende el asalto a los comercios. Sobre todo a los de pesca salada, más refractarios a vender al precio tasado. Se asaltan los almacenes de aceites Salat en Wad Ras que se está distinguiendo por hacer caso omiso a las disposiciones del bando.

                         Cola a las puertas de la tienda de Aceites Salat en Rambla Canaletas. Mundo Gráfico. 

El miércoles 23 de enero, el gobierno central destituye al gobernador civil de Barcelona,  sr. Auñon,  y para que no haya un vacío de poder mientras se nombra al nuevo gobernador, se designa como gobernador interino a Prat,  presidente de la Audiencia.  Al día siguiente se celebra un mitin en la Font del Gat al que acuden 5.000 mujeres. Es disuelto por la guardia civil.

El viernes se declara el estado de guerra en la provincia. Fuerzas del ejército se encargan de la custodia de mercados y establecimientos comerciales. Simultáneamente, el gobierno central emite un real decreto decretando la censura militar de prensa.





                    Soldados fijando el bando donde se anuncia la declaración del estado de guerra.  Mundo Gráfico.



                       Sección de ametralladoras en el patio de las Escuelas Pias de la Ronda San Antonio. 

                                                Fuerzas de la guardia civil a caballería en Plaza Cataluña.  



El sábado llega a Barcelona el nuevo gobernador civil Gonzalez Rothwos.

A partir de la salida de las tropas a la calle, desaparecen las manifestaciones y los asaltos a los comercios.  Se instalan ametralladoras en varios enclaves y se disuelve todo conato de concentración.  La prensa pasa a las últimas páginas la información del conflicto y aún con sordina. El gobierno civil publica un nuevo bando informando de una serie de medidas para aumentar el abastecimiento de productos de primera necesidad, dando una lista de precios para esos productos e informando de las sanciones a que dará lugar la no aceptación por los tenderos de los precios tasados.  Patrullas del ejército supervisan que los establecimientos se abran y que el precio al que venden los productos respete las instrucciones del bando.
En pocos días volverán las mujeres al trabajo. Se termina la revuelta.

Durante dos semanas,  y sin aceptar el apoyo de los hombres, grupos nutridos de mujeres han paralizado la ciudad, conseguido cesar a un gobernador civil e impuesto un bando donde se toman medidas para mejorar el abastecimiento y reducir precios. Termina la revuelta tras la declaración del estado de guerra, pero no se puede tomar por un fracaso el resultado. Se ha conseguido en buena parte lo que se pretendía.  
 
 
 
Por años, en las poblaciones de Cataluña se cantará una canción con la siguiente letra (en Records d'un sindicalista llibertari català - Joan Manent i Pesas. Edicions Catalanes de Paris. 1976):
 
 
Una tal Amàlia Alegre
 
que de molt mal humor estaba
 
un paper va escriure un día
 
dient al gobernador:
 
-Volem menjar barato,
 
i si això no logrem,
 
algú pagarà el pato!.
 
Ai... Ai... Ai...
 
Per les dones va ésser
 
una mala semana,
 
quan anaven pel carrer,
 
cridant: Ai!... Ai!.. Ai!...
 
que tenim gana
 
 
 
 

 
 
 
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Miscelánea. El conflicto en las páginas de L'Esquella de la Torratxa. 






domingo, 6 de diciembre de 2015

Danzad, danzad, malditos: Los maratones de baile en la Barcelona de los años treinta.




                    Chicago. Año 1937. Maratón de baile. Fotógrafo: Bernard Hoffman. LIFE.



En 1969 se estrena la película They shoot horses, Don´t they? del director Sydney Pollack que en España se lanza con el nombre de Danzad, danzad, malditos. La película se basa en la novela del mismo título de Horace McCoy que transcurre en los USA de los años de la depresión económica de 1929. Unos años en los que el cierre de buena parte de las industrias y una serie de malas cosechas en el Medio Oeste, fueron la antesala a una situación de indigencia y hambre que afectó a millones de norteamericanos.

La historia que narran novela y película sucede en una sala de espectáculos de una ciudad californiana donde un grupo de señalados por la mala suerte compite en un maratón de baile. Los maratones de baile fueron una modalidad de espectáculo que creció al amparo de la desesperación y el hambre que causó la depresión económica. El objetivo, la finalidad del maratón, es bailar más tiempo que el resto de parejas, de modo que al final una gane a todas los demás al quedar sola en la pista por agotamiento de los demás participantes y se lleve un premio en metálico.

La película consiguió el Oscar al mejor actor secundario. Jane Fonda tocada por la gracia es la pareja de baile del siempre soso Michael Sarrazin. La historia llega a su final cuando las dos parejas de baile que continúan danzando conocen que el premio en metálico es una engañifa porque los organizadores descontarán del monto total el coste de la alimentación, ropa, asistencia sanitaria y alojamiento de modo que el importe quedará convertido en nada.
No continúo con la historia de aquel maratón de baile para no descubrir el final a quienes no la conozcan. Nada bueno, como cabe suponer.

Barcelona, y durante aquellos mismos años en los que transcurre la historia de película y novela, también tuvo sus maratones de baile. Los organizó alguien que se hacía llamar Cavalieri Mucci. Se celebraron en el Teatro Olympia, en los años de 1931 y 1934. Al del año 1934, lo titularon Marathon Dance Sprint.

En aquellos años, el Olympia es la sala de espectáculos más grande de Barcelona. Cuando se llena caben 6.000 espectadores. El cavalieri Mucci no ha escogido mal el lugar para el espectáculo teniendo en cuenta que su objetivo es llenar el aforo  mientras las parejas concursantes se arrastran por la pista. Entradas, propaganda, patrocinadores, son una fuente de dinero que va al bolsillo de Mucci.

El cavalieri sabe que para que el espectáculo dure días y más días, es decir, para que durante el mayor tiempo posible le llene los bolsillos, necesita que nada se deje a la improvisación. Y la mayor de ellas, es depender de las evoluciones de unos bailarines espontáneos que se retirarán del concurso cuando el cansancio haga mella en ellos. Así que tiene contratados a varios bailarines que ha ido seleccionando en sus viajes por Europa.

El Olympia permanecerá abierto dia y noche y quien quiera disfrutar del espectáculo de varias parejas arrastrando los pies por la pista, tendrá que pagar las dos pesetas que cuesta la entrada. Salpicando el lento movimiento de los bailarines por la pista, de tanto en cuando se salpimenta la acción con algún concurso. Empresas patrocinadoras, dan premios a quien cante mejor o baile claque o lo que se les ocurra. 


                                  Anuncio en La Vanguardia. 22 de octubre de 1931



¿Qué sabemos del caballero Mucci? Sempronio nos dice como es: alto, con el pelo magníficamente planchado. De smoking parece un concertista. Sabemos quien es sin necesidad de Sempronio. Un jeta.

En el maratón de baile de 1931, Mucci acude a Barcelona con un plantel de bailarines de lo más granado.

Uno de ellos es un viejo conocido de los barceloneses, el italiano Ferrari que en los años veinte participó en los antecedentes de los maratones de baile, los concursos de resistencia. Con Ferrari, Mucci tiene a Boby Sugar y su pareja la dulce sueca Helline, el campeón de Canada, Ludovics, y su pareja la parisina Hugette. Esos eran los triunfos del caballero.

El resultado es previsible, las parejas españolas van sucumbiendo. Cuando desiste la última de ellas, la formada por los diminutos hermanos Muñoz (dulces, diminutos, son calificativos de Sempronio) a las cinco de la madrugada, el público enardecido de fervor patriótico invade la pista y acusa a los bailarines internacionales de haber hecho la vida imposible a los hermanos Muñoz. Tiene que salir la hermana Muñoz para calmar los ánimos y confesar que ambos están agotados y no pueden más. Se da por campeones a las parejas internacionales. Tampoco se trataba de agotar la resistencia de los miembros de la cuadra Mucci.



     Branguli. Maratón de 1931. Acaba de empezar el concurso. Llevan 0 horas bailando. ANC




                           Branguli. Maratón de 1931. Prueba de resistencia. ANC.




                Branguli. Maratón de 1931. Dormitorio de las concursantes. ANC.



En 1933, Mucci intenta un nuevo maratón. Las 1000 horas de baile ininterrumpido. Hay una campaña de prensa en contra de semejante aberración y el espectáculo queda suspendido antes de iniciarse.

En 1934 se vuelve a celebrar el concurso. En el Olympia de nuevo. En aquella ocasión, Mucci ha ampliado su plantel. Trae consigo a Jeo, un tipo que parece un gigolo y que se ha hecho famoso por batir el record de permanencia en una pequeña plataforma a tres metros de altura. Ahora intentará un record opuesto, en lugar de resistencia estática, ganar el baile. La pareja de Jeo es la francesa Zette, delgada y elegante. Ferrari no aparece. La sueca Helline ya no tiene a su pareja Boby y Mucci la empareja con un bailarín catalán que acaba de ganar un concurso de resistencia en Niza, Josep Massip. Causan sensación la sueca de más de dos metros de altura con Josep de estatura bajísima (de nuevo Sempronio).

Una vez iniciado el concurso, las parejas bailaran en periodos de cuarenta y cinco minutos cada hora, quedando los quince minutos restantes para descansar, comer, asearse. Ganará la pareja que consiga mantenerse en pie y bailando, habiendo claudicado el resto. El concurso da comienzo en la medianoche del día 13 de febrero.


Anuncio en El Diluvio. El maraton de 1934 dará inicio el 13 de febrero.



                                   Exhibición de la pareja 5. Mundo Gráfico 21 de marzo de 1934



                                 Perez de Rozas. Bailarín exhausto. 1934. AFB              

Durante 21 días y 6 horas, bailan los concursantes. Papitu, Esquella, Veu de Catalunya todos se indignan por la calidad moral del maratón. Ya es difícil encontrar en aquellos años una unanimidad semejante. Ni la prostitución infantil, ni la miseria galopante habían concitado en la prensa tanta clamor en su contra. La prensa opina en su totalidad que el espectáculo es infame, degradante y que bien haría la autoridad en suprimirlo. El público de Barcelona mantiene un parecer diferente. Acude en masa cada día a ver las evoluciones de los bailarines. 

                                                  Mundo Gráfico 21 de marzo de 1934

Mundo Gráfico. 21 de marzo de 1934. Concursantes durmiendo durante los quince minutos de descanso.  


Mundo Gráfico. 21 de marzo de 1934. Concursante durmiendo durante los quince minutos de descanso.  


A las 4 de la mañana del 6 de marzo, irrumpe en el teatro acompañado de una compañía de guardias de asalto, el secretario de la Comisaria General de Orden Público y comunica a los organizadores la suspensión inmediata del concurso. Al parecer, la campaña de prensa ha tocado alguna tecla sensible de los poderes públicos que deciden terminar con el show. 

                              Mundo Gráfico. 21 de marzo de 1934. 


La algarabía es ensordecedora y se cruzan denuncias entre el caballero Mucci y los concursantes que quedan. Los bailarines denuncian no haber recibido los distintos premios de los sponsors y Mucci contraataca acusando a los concursantes de tomar bebidas alcoholicas a pesar de que las normas prohibían su consumo mientras durase el concurso. El resultado es el que cabía suponer. Mucci entra en la cárcel acusado de estafa y los bailarines se quedan sin sus premios. El Olympia una semana más tarde organiza una gala benéfica con la finalidad de conseguir algo de dinero para los concursantes y de paso algo también para la empresa del teatro. 





Mundo Gráfico. 21 de marzo de 1934. El Cavalieri Mucci desciende del coche celular en el patio de la prisión. 



No se celebrarán más concursos de baile de resistencia en Barcelona.

Precedentes de los maratones fueron unos concursos de baile de resistencia en los años veinte. La Vanguardia del 30 de octubre de 1924, anunciaba la inminente celebración de un campeonato de baile de 24 horas sin interrupción, en el que concursaban varones que podían ir cambiando de pareja femenina tantas veces como quisieran. Hay otros concursos entre ese año de 1924 y 1927, de duración limitada. Uno de ellos, en el Nuevo Mundo, se anuncia como sesenta horas de baile ininterrumpido.



                        L'Esquella de la Torratxa en un dibujo del concurso de resistencia de 1927. 




Bibliografía: He encontrado información sobre los concursos en un artículo extenso de Andreu A. Artis (al que años más tarde conoceremos como Sempronio) que apareció en el número 265 del semanario Mirador; en las noticias que fueron dejando caer los periódicos la Veu de Cataluña, La Vanguardia y El Diluvio; y en el Mundo Gráfico del 31 de marzo de 1934. 


miércoles, 2 de diciembre de 2015

Algunas noticias sobre el barrio chino durante la huelga general de 1902.


(todas las imágenes están tomadas de La Esquella de la Torratxa,  número 1207, 28 de febrero de 1902)


Desde diciembre de 1901, hay una huelga de metalúrgicos en Barcelona  que exigen de  los patronos   la aprobación de la jornada laboral de 9 horas.  No todos los trabajadores del ramo secundan la huelga.  Una empresa tan importante como La Maquinista Terrestre y Marítima, permanece abierta ya que sus trabajadores han rechazado   sumarse al paro.  En total, son entre 7.000 y 8.000 trabajadores los que llevan nueve semanas  sin entrar a trabajar.  Las posiciones de trabajadores y empresarios se han enquistado y no progresa una negociación que impulsa el Ayuntamiento de Barcelona.

El  16 de febrero de 1902,  domingo, 25 sociedades obreras celebran un mitin en el Teatro del Circo Español. Aún no se ha fundado la CNT.  Hay una serie de grupos de solidaridad obrera que van adquiriendo predicamento entre cada vez más ramos de trabajadores.  Veinticinco de esos grupos organizan el mitin y en un teatro abarrotado, la mayoría de oradores se manifiesta en favor de la huelga general.  En otro teatro, sociedades de apoyo entre los carreteros  celebran  un mitin al haberse negado los patronos a cumplir con un pacto anterior sobre sus condiciones de trabajo.  En el teatro Delicias, los descargadores de carbón también celebran un acto promoviendo la constitución de una sociedad de apoyo mutuo.  Hay muchos otros actos durante ese domingo en donde trabajadores de varios sectores debaten si  acudir en apoyo de los metalúrgicos.  A medida que transcurre el día,  se va extendiendo por Barcelona la consigna de iniciar una huelga general.

Al día siguiente, grupos de trabajadores  impiden la salida de tranvías, la entrada de trabajadores en las fábricas, la apertura de comercios.  La huelga general cuaja en Barcelona.  

En la calle del  Carmen, un grupo de obreros detiene un entierro. Solo se permite que continúe el cortejo fúnebre el coche que lleva al muerto,.  Se detiene también la comitiva de una boda que se dirigía al Hotel Oriente.  Aquel lunes muere el primer obrero al resultar herido por arma de fuego al intentar cerrar a la fuerza una tienda de gorras en la calle Carders y oponerse su dueño a la ación de los obreros mediante disparos.  Un transeúnte fallece al disolver las fuerzas del orden las concentraciones de obreros en el centro de Barcelona.












Al mediodía, fuerzas del ejército se despliegan por las Ramblas.  Por la tarde, la ciudad está paralizada. El ejército custodia las fábricas de gas y electricidad y los depósitos de agua.  El capitán general de Cataluña, teniente general Enrique Barges y Pombo, declara el estado de guerra en todo el territorio de la provincia de Barcelona, por el que  los actos que afecten al orden público quedan sometidos a la jurisdicción militar y juzgados en juicio sumarísimo los detenidos por tal motivo.
Se convoca a los cuerpos del somatén y en donde no los hay se crean,  como en los barrios de la Marina y de Sants.







A pesar del estado de guerra, los trabajadores no se amilanan y paran el funcionamiento de la ciudad. Panaderías,  prensa (no hubo periódicos en toda la semana), hoteles, salas de espectáculos, fábricas, medios de transporte,  recogida de basuras…  de grado o por fuerza estuvieron sin funcionar toda la semana, salvo en aquellos casos en que se empleó la fuerza pública para dar servicio, como fue el caso de algunas líneas de tranvía.   







A medida que transcurre la semana, la falta de dirección de los obreros en huelga y la contundencia de las tropas disolviendo a tiros toda concentración de trabajadores  y deteniendo a las direcciones de las sociedades obreras, va mermando el apoyo a la huelga  hasta que el sábado la ciudad vuelve a la normalidad




Durante cinco días, y a pesar de la presencia numerosa de fuerzas del ejército en las calles,  los trabajadores de Barcelona bloquearon el funcionamiento de la ciudad. A consecuencia de los disparos, murieron varios trabajadores y  algunas personas ajenas a la huelga.  Los trabajadores volvieron a la semana siguiente al trabajo sin haber conseguido sus objetivos, pero aquella huelga sentó las bases para la creación de Solidaridad Obrera y más adelante para la consitución de la CNT.  

También los patronos aprendieron y al año siguiente, varias asociaciones patronales del metal se unieron en la Sociedad de Industriales Mecánicos y  Metalarios que tomaría una serie de acuerdos como la confección de listas de huelguistas, apoyo económico a las empresas en huelga y  que el resto de empresas no contratasen trabajadores en huelga de una de ellas. En otro orden de cosas, uno de los efectos de la huelga fue la creación de la Caixa de Pensions en 1904, con la finalidad de fomentar el ahorro entre los trabajadores y reducir el peso de los acciones desesperadas por apuros económicos.  



Siendo el objeto de este blog las noticias  relacionadas con el barrio chino, incluyo los episodios que directamente afectaron al barrio durante  la huelga.  (las noticias sobre el barrio chino proceden todas ellas de El Diluvio en su número del 24 de febrero de 1902, primero que aparece tras la huelga)


El miércoles, 19, en la calle de San Ramón, una multitud se apodera de un carro lleno de carneros y se los lleva, en opinión del redactor de la noticia,  a la calle del Mediodía  para celebrar un "opíparo banquete". 



Ese mismo miércoles por la tarde, desde las azoteas de los edificios del  Portal de Santa Madrona se dispara contra varios municipales que estaban registrando varias "casas de lenocinio". La escaramuza deriva en una batalla que dura hora y media y en la que se disparan más de 1.500 tiros entre quienes acosaban a las fuerzas del orden desde el Portal de Santa Madrona, Cid, Olmo y calles aledañas, y la guardia civil y fuerzas del ejército situadas en la acera de Montjuic del Paralelo y el cuartel de Atarazanas. De resultas de la refriega, queda herido de muerte un guardia civil y gravemente heridas dos mujeres y un joven. 




El viernes 21,  es asaltada a primera hora de la mañana una panadería de la calle Cadena. Alertados por el dueño de la panadería, acuden varios policías municipales que abren fuego contra la multitud, de lo que resultan varios heridos de bala y un muerto en la persona de un trabajador de la compañía catalana de gas que al parecer no tenía relación alguna con los huelguistas.