domingo, 12 de abril de 2015

La Criolla (IV). ¿Hubo un antes del antes de La Criolla?

Sucede con frecuencia que cuando se excava  el suelo de  una iglesia dedicada al culto católico,    por debajo de ese  nivel   se encuentran restos que prueban  que  allí mismo, antes de la conversión al catolicismo  de los lugareños,  existió un centro religioso pagano. 

Sería como si  ciertos lugares  facilitaran  la expresión de un sentimiento religioso. O quizá tan solo es que  cuando se cambia de Dios, se aprovechan los elementos arquitectónicos del centro religioso anterior en  aquello que se puede,  porque  sale más barato reutilizar partes que echarlo todo abajo y montar la iglesia en otro punto. Así, va subiendo el nivel de los restos y por eso debajo de  una catedral aparecen elementos de un templo romano y más debajo de un centro ibérico.

El fenómeno  de reutilización de lugares o estructuras no es, como bien sabemos,  privativo de los centros religiosos. Hay sitios que nada tienen que ver con la celebración del culto,  donde se suceden niveles y niveles.  La calle del Cid número 10 es uno de ellos.


                                                  La Criolla. Revista Estampa. 1933. La flecha señala al periodista 
                                                                           Francisco Madrid autor de Sangre de Atarazanas.



Por debajo del nivel temporal de La Criolla,  y  en el mismo lugar que ocupó más tarde la sala de espectáculo,  estuvo la primera central eléctrica de España,  inagurada en 1882.

¿Qué hubo  antes de la instalación de la central   por la Sociedad Española de Electricidad en la calle del Cid número 10?

Encuentro otro posible uso del lugar.  Varios siglos antes, cuando buena parte de lo que mucho más tarde llegaría a ser el barrio chino  estaba sumergido  en la laguna del Cagalell.

En una reseña biográfica sobre Sor Sanxa Pérez de Cabanyes del erudito Artur Masriera  que se encuentra en la edición del 7 de enero de 1919 de La Vanguardia,  nos cuenta Masriera como el 13 de marzo de 1393 le fue concedida  a Sor Sanxa  licencia  real  (Carta Real existente en el Archivo de la Corona de Aragón – Registro 1.964 fol. 60) para retirar de la horca y enterrar en sagrado los cuerpos de los ajusticiados.  Al parecer,  Sor Sanxa compungida por el triste espectáculo de los  ahorcados balanceándose durante días en la horca con una horda de perros a sus pies esperando que fuesen cayendo restos del fallecido para devorarlos, solicitó tal gracia.  Todo empezó, para Sanxa, cuando tras la matanza de los judíos del Call de Barcelona en 1391,  para escarmentar a los asesinos, el rey Juan I  mandó ahorcar a doce de los detenidos por tal motivo.  Eran cristianos y ver sus restos disputados por los perros no fue del agrado de Sanxa.

Continua Masriera levantando acta del número de ajusticiados enterrados por el celo de Sanxa y sus compañeras. Y relaciona las horcas donde desarrollaban su actividad piadosa. Una de esas horcas estaba situada al lado del Portal de Santa Madrona  y la añade  Masriera en el recinto que hoy ocupan los talleres de la  Compañía Barcelonesa de Electricidad.  La Compañía Barcelonesa de Electricidad había absorbido a la  Sociedad Española de Electricidad y con la sociedad todas sus propiedades. Entre ellas un gran solar en la calle Mata donde se instaló la nueva central eléctrica que sustituiría a la primera de la calle del Cid. La sustituyó pero la nueva compañía conservó unos talleres en el edificio. 

¿Qué recinto señala Masriera?   Solo nos da   una pista, un  recinto que ocupan los talleres de la compañía de electricidad.

No  encuentro información  sobre el emplazamiento preciso de  una horca medieval cerca del Portal de Santa Madrona.  Si damos por cierta la información de Masriera,  solo caben dos opciones y entre la fábrica de la calle de Mata y los talleres de la calle del Cid no caben grandes dudas, en un lugar está la central, en el otro hay unos talleres y de tratarse del lugar donde está la central y sus chimeneas, cuando escribe Masriera ya se levantan las tres chimeneas,   me parece extraño que Masriera quisiera referirse al solar de la central llamando a esta taller.    

                                                    La central eléctrica de la calle de Mata en 1912
                                                                            (Fondo Endesa)



Las dudas  aún son menores si consideramos que la entrada a la ciudad por la puerta de Trenta Claus transcurría por el camino del Arc del Teatre (o Trenta Claus) y la horca con su efecto disuasorio sería claramente visible de encontrarse en lo que con el tiempo sería la calle del Cid 10. No tan visible ni tan pedagógica  sería una horca en el rectángulo delimitado por las calles Mata,  Cabanes, Vila i Vila y Paralelo, más alejada en este caso del camino.

¿Cuándo  Masriera escribe su nota se mantienen los talleres en la calle del Cid?  Es posible, pero no tengo pruebas.  Al trasladar la central eléctrica a la calle de Mata, se mantuvieron los talleres en la calle del Cid pero desconozco hasta que año. En el año 1909 hubo un incendio en el edificio que afectó a la primera planta y superiores donde se encontraba la fábrica de hilados de los hermanos Pascuet. Pero al parecer el fuego respetó la planta baja que es donde se encontrarían los talleres de continuar en el edificio.

Dejémoslo como hipótesis a la espera de datos mejores.  Siglos antes de que en La Criolla  la canción Ramona de Irusta ablandase el corazón de un travestido instado a pasar a uno de los reservados por un cliente,  -la música del disco ayudaría a la decisión del boy  y, sobra decirlo, la cantidad de dinero transada-,  es posible que en el mismo lugar  el viento hiciese balancear los pies de los ahorcados.
Y pensar que Georges Bataille viene a Barcelona a ver travestidos y por estar cerrada la Criolla en las fechas de su estancia en la ciudad  se conforma con la alternativa del Bataclan,  con la artista de turno  que fuma colocándose un cigarrillo en la vagina.

                                                                    La Criolla. 1933. 
                 


Muerte, innovaciones técnicas, sexo, el sexo que no se reproduce.

Escribe Bataille en “La literatura y el mal”:

El erotismo es, creo yo, la ratificación de la vida hasta en la muerte.
[…] Tanto si se trata de erotismo puro (amor- pasión)  como de sensualidad de los cuerpos, la intensidad es mayor en la medida en que se vislumbra la destrucción, la muerte del ser. Lo que llamamos vicio se deriva de esta profunda implicación de la muerte. Y el tormento del amor desencarnado es tanto más simbólico de la verdad última del amor cuando la muerte aproxima y hiere a aquellos a los que el amor une.


Hay lugares que de siempre y sin esfuerzo, saben  lo que llegó a saber Bataille.

                                                                La Criolla. Gabriel Casas i Galobardes. Sin año

                                                                    La Criolla. Revista Estampa. 1934

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