jueves, 9 de abril de 2015

La Criolla (III). Los travestis salvajes del barrio chino.


“Estaba cerca del puerto y del cuartel, y la cálida orina de millares de soldados había corroído su chapa de metal. Al constatar su muerte definitiva, las Carolinas con chales, mantillas, trajes de seda y chaquetillas ajustadas acudieron a ella en solemne delegación para depositar un ramo de flores rojas anudado con un crespón de gasa. El cortejo partió del Paralelo, torció por la calle San Pablo, bajó por La Rambla hasta la estatua de Colón. Eran las ocho de la mañana, el sol iluminaba la escena. Las vi pasar y las acompañé de lejos. Sabía que mi puesto estaba en la comitiva: sus voces heridas, sus gritos de dolor, sus gestos exagerados, se proponían atravesar el espeso desprecio del mundo. Las Carolinas eran grandiosas: las Hijas de la Vergüenza.
Llegadas al puerto, torcieron a la derecha en dirección al cuartel, y sobre la chapa herrumbrosa y hedionda del meadero público, sobre su chatarra muerta, depositaron las flores.”

(Jean Genet – Diario del ladrón)




Carolinas es el  nombre, como de logia travestida, nombre, santo, seña y uniforme de mantilla y chaquetilla ajustada,  que les da Jean Genet.   Una denominación que aparece fugazmente en el universo de los hombres que se disfrazan de mujeres en el barrio chino  y tan solo en relación al texto de Genet. Un nombre que es como un bólido que surca el cielo de la literatura y dura un instante (1).

Podemos establecer con una probabilidad de acierto alta la vespasiana a la que dirigieron su homenaje las  Carolinas, pero no sin antes dedicar  un recuerdo a esa modalidad de mingitorio público.

A finales del siglo XIX, y formando parte de las reformas que se acometieron en Barcelona para acondicionar la ciudad a los fastos de la exposición universal del año 1888, se instalaron unos urinarios públicos para varones  al modo de las vespasianas francesas puestas de moda  en Paris unos años antes. Vespasianas por la anécdota que cuenta Suetonio en la Vida de los Doce Césares del impuesto que sobre la orina impuso Vespasiano.  En Barcelona se montaron alrededor de unas veinte. Eran metálicas, de estructura circular coronada por un prisma hexagonal que servía para colocar propaganda, y tenían capacidad para ser usadas por seis personas a la vez.

Una de las vespasianas  se colocó en la Rambla de las Flores.  Pasaron los años y a principios del siglo XX  ese urinario se convirtió, por obra y gracia de la actuación  de anarquistas  y quizá de elementos relacionados con las cloacas del estado, en  el lugar favorito para demostrar el interés de la acción directa en la lucha por la emancipación del género humano.  

Entre los años 1904 y 1908 y en tres ocasiones, se colocaron bombas en el interior del urinario. En todos los casos explotaron causando heridos.  Dejo de ser moderno  utilizar la vespasiana de la Rambla de las Flores. Resultaba imposible entrar en el urinario con la actitud  de Henry Miller de quien  escribe Brassai en Les artistas de ma vie que le entusiasmaban  las vespasianas de Paris ya que: "Comme ça doit être charmant d'uriner en pleine rue en regardant passer les jolies femmes”.


Orinar en la vespasiana de las bombas se convirtió en un acto heroico  solo para prostáticos sin otra posibilidad rápida de alivio y para los incondicionales del artefacto mingitorio,  homosexuales y exhibicionistas  que lo continuaron  frecuentando arrostrando el peligro de nuevas explosiones (2).  El ayuntamiento a las pocas semanas de la explosión de la tercera bomba desmontó el ingenio y lo colocó  en la avenida del Paralelo. 

                                           La vespasiana de la Rambla de las Flores tras la 
                                           última explosión (L'Esquella de la Torratxa)



Cumplido el apunte histórico, volvemos  a la vespasiana que tantos buenos ratos había proporcionado a los travestis del barrio chino. En  todo el perímetro del cuartel de Atarazanas y zonas aledañas, solo en la Rambla de Santa Mónica se instalaron vespasianas.   Aparte de las Ramblas,  las más cercanas al cuartel fueron una en el Paseo de Colón,  en la Plaza del duque de Medinacelli,  y otras en el Paralelo. En el Paralelo, la más próxima para los militares  fue la instalada frente al Teatro Nuevo, justo la que procedía de la Rambla de las Flores, pero que pronto fue desmantelada tras  ser de nuevo usada en atentados con explosivos. 

En la Rambla Santa Mónica hubo dos vespasianas. Una donde se juntan la Plaza del Teatro con la Rambla, y otra casi al final de la Rambla Santa Mónica, junto al cuartel. Forzoso es que si la anécdota de  Genet tiene relación con algo que sucedió sea aquella de la Rambla Santa Mónica frente al cuartel la que ha de tener  el honor de haber sido objeto del cálido homenaje. 

                    Plaza del Teatro/inicio de la Rambla Santa Mónica. La vespasiana asoma su estructura                                           por la derecha de la imagen (Branguli)

                    Rambla Santa Mónica. El lienzo de  pared que se ve  al fondo forma parte del cuartel de                                        Atarazanas. La vespasiana a la izquierda de la imagen  (Ballell 1907-08)


                   La misma vespasiana que la imagen anterior  (autor desconocido. 1914)


Comentando el texto de Genet, Juan Goytisolo (http://elpais.com/diario/2009/01/03/babelia/1230943152_850215.html)    llama a las Carolinas valientes precursoras de “las gasolinas” parisienses de mayo de 1968.  Vete a saber quienes fueron  las gasolinas de Paris, pero estoy  convencido de que nunca ha habido travestidos más fieros que los que habitaron el barrio chino entre los años veinte y treinta del siglo pasado.  Ni “gasolinas” del Paris de mayo del 68, ni los amanerados del Magic City del Paris de los años treinta,  ni los travestidos del Dorado berlinés.
Los travestis catalanes se mezclan, en ocasiones,  con el ambiente anarquista, y más a menudo con el  directamente delincuencial del primer tercio del siglo pasado y en la crónica policial de Barcelona de aquellos años con frecuencia aparecen hombres disfrazados de mujer que han participado en un atraco en calidad de quien lleva la pistola, o que han seducido a jóvenes  a los que llevan a parajes solitarios del Tibidabo donde los roban, o que se suman a las revueltas para  asaltar el cuartel de Atarazanas.

                                                                El Diluvio 28.06.1929

                                                                   ABC 20.03.1934

                                                             La Vanguardia 10.10.1932

                                                        La Vanguardia 28.07.1926


Travestis que brujuleaban por las callejuelas del barrio chino. En particular por  la calle del Cid donde se encontraban los dos locales que recibían al mayor número de ellos y que gracias a esa circunstancia se convirtieron en referentes del barrio y en el oscuro objeto de deseo de los extranjeros que en Barcelona querían ver aquellos hombres que parecían más mujeres que las que tenían la costumbre de frecuentar. Cuando Georges Bataille, Simone Weil, Douglas Fairbanks, cientos de otros, visitaban Barcelona, iban al Bataclan para ver fumar con el coño a las artistas del local y a continuación a La Criolla y a Cal Sacrista  que eran los dos locales que acogían a más travestis. 

                               Calle del Cid. Prostituyéndose. Uno de ellos, travestido. Sin año
                               (Josep María Sagarra)


                                                               La Voz de Madrid. 09.04.1934                                                      



                                                             Cerca de La Criolla  (Casas i Galobardes)



                                       Dibujo que aparece en un reportaje sobre prostitución en La Rambla del 18                                                             de septiembre de 1933. 

La Criolla y Cal Sacrista que más tarde, en 1934 se llamó Wu-Li-Chang y se convirtió en la caricatura de una caricatura se encontraban en la calle del Cid, frente a frente. La Criolla tenía su entrada por  el número 10 de la calle y Cal Sacrista por el número 1 de la calle de Peracamps. Más popular el primero, más coartada de intelectuales que van de safari antropológico el segundo.

                                                        
                Al fondo, La Criolla. A la derecha, Cal Sacrista   Sin año (Casas i Galobardes)



                                                        Los neones que anuncian La Criolla y Cal Sacrista


                                                             Cal Sacrista. Sin año (Josep María Sagarra)



La prensa operó como un gigantesco medio de promoción de ambas salas al señalar la impudicia con la que se comportaban unos viciosos que llevaban su amaneramiento al punto de vestirse de mujer.

Del anonimato en que han quedado los muchos travestis que los frecuentaron –uno de ellos el propio Jean Genet, disfrazado de faralaes para favorecer el intercambio sexual mercenario-  las revistas rescataron a Flor de Otoño, un homosexual bragado de quien se comentaba que había participado en uno de los varios asaltos que sufrió el cuartel militar de Atarazanas.  Lluiset, Flor de Otoño, treintañero fino, con los labios pintados en forma de corazón y las cejas dibujadas,  asiduo de La Criolla e íntimo del gran Pepe (Pepe de la Criolla, naturalmente), encargado del local y responsable de su proyección internacional.

             Pepe de la Criolla con Trostki, pistolero del Sindicato Libre, La Asturiana, recostada en el                              suelo y Flor de Otoño a la derecha (nuestra derecha) de Pepe de la Criolla


              Flor de Otoño es el segundo contando a partir de la derecha (revista Crónica 08.10.1933).


                                                                                Flor de Otoño


         Interior de La Criolla. Flor de Otoño, repeinado,  en el extremo derecho de la foto. 1932.


                                         

             Miss Barrio Chino. Cuenta la revista Mirador que el  travestido ganador acudió en condición              de Miss Barrio Chino al concurso que se celebró en Madrid para escoger Miss España.






                                                        La Criolla. Sin año (Casas i Galobardes).



                                                                        La Asturiana


A partir de 1934, uno y otro local fueron declinando.  La Criolla fue transformada en verano de 1935 en uno de tantos cabarets como tenía Barcelona y desaparecieron las palmeras sucias del polvo de años y la orquesta enloquecida que junto a la cocaína provocaba sinergias de paroxismo en los parroquianos. Pepe de la Criolla dejó el local y abrió otro,  el Barcelona de Noche de la calle de las Tapias, donde  llevó las palmeras. Cal Sacrista, se disfrazó de chinosería y cambió su nombre por el de Wu Li Chang. Como aquellos restaurantes con decoración medieval de cartón piedra donde se sirve un remedo de comida de época. Cuando la aviación italiana destrozó la zona en los bombardeos de 1938, las dos salas ya eran tan solo tristes fantasmas. 


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(1) Desde siempre (un siempre que se puede limitar a un máximo de dos años, el tiempo que hace que me interesa la historia del barrio chino) había supuesto que el nombre de Carolinas era una invención de Jean Genet,  que en el recuerdo del cortejo de los travestidos despidiendo la vespasiana  se introdujo un nombre ajeno.
En mi benevolencia, le perdonaba el error a Genet.  El hombre, escribiendo años más tarde desde una celda de La Santé,  incluso era normal que distorsionase y se equivocase con los nombres. Una evocación lejana, bastante hacía con pintarnos un fresco del ambiente en el que se movió.

Y leo en el estupendo blog Un balcó al Poble Sec que un 1 de mayo de  1890 tuvo lugar por primera vez, y en el  campo de las Carolinas,  un mitin reivindicando la jornada de ocho horas. En el número de La Vanguardia que da cuenta de la reunión de trabajadores, hay alguna referencia que permite  ubicar el lugar, al menos de una manera aproximada: cerca de la Ronda de San Pablo, una hondonada, en uno de los lados se levanta la iglesia de Santa Madrona. Con esos datos se puede encontrar alguna información. 

En marzo de 1895 se está aplanando el terreno  y pavimentando la zona del Paralelo que corresponde al campo de las Carolinas (El Diluvio, marzo 1895).

El almanaque de L'Esquella de la Torratxa de 1924, evoca  el Paralelo de finales del XIX  en un artículo de M. Balasch, y aparece el campo de las Carolinas, convertido cuando escribe el cronista  en un music-hall llamado L'As.  Más concreta no puede ser la referencia. L'As se encontraba entre Paralelo 100-102 y Conde Borrell 1-3.

Con la suma de informaciones se puede acotar con bastante aproximación el emplazamiento del campo de las Carolinas: el cruce entre Aldana, Borrell y Paralelo quizá extendiéndose por el Paralelo y llegando hasta la calle Tapiolas.

Desaparecería el campo de las Carolinas con la urbanización de aquella zona del Paralelo entre los años 1894-95,  y aún por tiempo permanecería en el habla popular la denominación de Carolinas para referirse a la zona.

¿y el nexo entre el antiguo campo de las Carolinas y el nombre que da Genet a los travestidos?.  El trayecto que éstos hacen hasta llegar a la vespasiana (desde el Paralelo, donde tuvo su origen la comitiva, girando por la calle San Pablo) es compatible con un inicio del duelo en el antiguo campo de las Carolinas.   Cabe suponer, al menos me parece la hipótesis más plausible, que llamarlas carolinas indica el sitio donde desarrollaban su actividad. Entre las tapias, solares y algún desmonte del lugar.

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(2) ANDREU NIN EN UNA VESPASIANA.  La anécdota tiene poca relación, si es que tiene alguna, con el resto de la entrada, pero, ¡que caramba!,  es Nin y sucede en una vespasiana.




                                           La flecha indica la situación de la vespasiana en Plaza Universidad.



En 1933, el periódico La Rambla publica una extensa entrevista de Domènec de Bellmunt a Andreu Nin. Nin desgrana episodio tras episodio de su vida. Llegando a los años del pistolerismo, el revolucionario cuenta de una noche, entre 1920 y 1921, antes de viajar a Moscú. Nin había quedado con varios compañeros de la Confederación junto a la vespasiana de Plaza Universidad. Nin llega el primero a la cita, antes de la hora convenida, y para no estar esperando en la calle a expensas de que lo identifique algún pistolero, decide entrar en el urinario. De inmediato, detrás de Nin entra en la vespasiana un hombre que lo mira con una insistencia extraña. Y que al poco se le acerca. Nin concluye la que para él es la única explicación a la conducta del extraño: se trata de un pistolero del Sindicato Libre que ha entrado para ejecutarlo. Así, que sin demora echa mano del revolver que lleva en un bolsillo y le grita al hombre ¡arriba las manos!. El hombre que lo seguía empieza a balbucear y Nin se da cuenta de que lo que creía un pistolero es un merodeador de urinarios en busca de un escarceo amoroso.

13 comentarios:

  1. Magnífico apunte, Josep, como el resto, resaltados por tu prosa irónica y elegante, cosa que se agradece porque no abunda.

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    1. Muchas gracias por esas palabras tan inmerecidas. Enric.

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  2. Gràcies Josep

    Una molt bona entrada.

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  3. Un excelente trabajo muy bien documentado , esas eran mis calles de la adolescencia , ahora vivo en el extranjero , impresionate la relacion de los transgeneros , travestis con las fuerzas libertarias yo soy transgenero , siempre ha existido esa actitud de exclusion and discriminacion es mas solapada ahora pero no menos pervasiva un cordial saludo Hera

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    1. Muchas gracias por tu generosa opinión, Hera. Cada vez me interesa más el barrio chino de Barcelona. El lugar donde confluyen todas las contradicciones de la sociedad barcelonesa en los primeros decenios del siglo pasado y en donde el roce entre unos y otros sectores provoca efectos que no se dieron en ningún otro lugar del mundo. Travestis formando parte de comandos que asaltan un cuartel militar, por ejemplo. Hay que continuar aprendiendo de aquel barrio chino que puede ofrecer aún muchas enseñanzas.

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  4. Estupendo artículo que he conocido a través de Leopold Estapè, en su blog.
    Es muy elegante y meticuloso, lo comarto con tu permiso.
    Muchas gracias y un fuerte abrazo Jose March.

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  5. Un placer saber que te ha gustado. Un abrazo, Mª Trinidad.

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  6. Hola Josep,he compartido en Google, muchos de tus post, he visto y leído desde el primero, y todos y cada uno de ellos muy bien documentados y una maravilla, con unas fotos inéditas a mis ojos, que son reliquias.
    Un abrazo y muchas gracias.

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    1. Mariposas en mi estómago, el efecto de tus comentarios, María Trinidad.

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  7. Magnífico trabajo (el blog en su conjunto) . He leído el libro de Paco Vilar y estoy con la biografía de Genet por Edmund White.
    Buscando más informaión de "Flor de otoño" he llegado hasta su blog. Muchas gracias por este documentado trabajo. Un abrazo y salud.

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  8. "Cal Sacrista. Sin año (Josep María Sagarra)" ¿Seguro es este lugar? Igaul es anterior a los decorados orientales, pero esta columna es muy parecida a las de la Criolla. ¿Puede ser?

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    1. La foto forma parte de una serie de dieciséis que se encuentra en el Arxiu Nacional de Catalunya (código: ANC1-585-N-4322). ANC ubica la imagen en La Criolla y en el año 1935. Que no se trata de La Criolla no me cabe la menor duda. En una puerta que aparece al fondo, a la derecha, en la parte superior aparece el nombre (invertido) de SACRISTA-en esta foto se ve mal, pero hay otras de la serie donde el nombre está claro-.Tanto La Criolla como Cal Sacrista/Wu-Li-Chang sufren varias modificaciones en los años treinta. En este caso, y si tomo el nombre SACRISTA como el del local (y otro dato en favor de ello es que en alguna de las fotos de la serie aparece un travestido), la foto no puede haber sido tomada en el año 1935, sino varios años antes.

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